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Apuntes de estética
Algunos conceptos, a veces olvidados.
Según
Santo Tomás, pulchrum est quod visum placet; es decir: "bello es el objeto que visto
y contemplado deleita". Esta es la definición experimental y psicológica.
Pero como los objetos no son bellos porque gustan, sino gustan porque son bellos, hemos de
analizar las condiciones de la belleza objetiva, o sea, qué cualidades ha de reunir el
objeto para que sea bello. Estás son las siguientes:
1) La integridad y perfección del ser: porque el ser a quien falta una de sus partes o
perfecciones en cuanto tal no es tenido por bello, quae diminuta sunt turpia sunt. Tampoco
son considerados como bellos los fragmentos de las obras de arte, sino cuando los
consideramos como un todo, o suplimos con la imaginación lo que les falta.
2) El orden, o sea, la armonía y proporción de las partes entre sí y con el todo. La
obra, alguna de cuyas partes no armoniza con las demás o con el conjunto, no es bella.
3) El esplendor y claridad: La obra artística ha de resplandecer y brillar de suerte que
fácilmente impresione nuestros sentidos e inteligencia. Una obra cuya proporción de
partes y armonía no sea perceptible, carece de belleza.
De todo lo cual podemos colegir la siguiente definición de belleza: El esplendor de la
perfección ideal del objeto, que reluce en la proporción de sus partes y en el orden de
sus actividades...
La belleza, la verdad y el bien ontológicos: considerando la belleza ontológicamente, o
sea, en sí misma, sin relación al sujeto, podemos afirmar que:
1) La verdad no es la belleza, pero es el fundamento de la misma Pues hay verdades que no
son bellas, v. g., que 2 y 3 sean 5. En cambio, todo lo bello ha de ser verdadero en su
género, pues la falsedad, como contraria a la naturaleza del entendimiento, no lleva
consigo claridad, sino desorden y confusión, los cuales no producen placer.
2) La belleza y el bien son realmente una misma cosa, pero se distinguen lógicamente:
pues no hay belleza sin orden, y como el orden es un bien, es decir, una conveniencia y
armonía de partes, se sigue que la belleza y el bien son una misma cosa. Por otra parte,
el bien dice relación a la voluntad y la belleza al entendimiento, puesto que lo bello ha
de ser contemplado por él; luego el bien y la belleza se distinguen lógicamente.
Es, según esto, la belleza: El esplendor de la voluntad y del bien.
¿Es todo ser bello? Ontológicamente todo ser es bello, porque: 1)es imitación de la
esencia divina, tipo y ejemplar de toda belleza; 2)porque en este sentido todo ser es uno,
perfecto en su género y bueno en cuanto que es conveniente; 3)porque es parte del orden
universal de la creación, bello por excelencia.
Subjetivamente atentas nuestras disposiciones, limitaciones y hábitos, no todo ser es
bello, pues el esplendor no es proporcionado a nuestras potencias cognoscitivas o
apreciativas, y así muchos seres no sólo no causan deleite, sino que repelen.
La belleza se divide, 1)en ideal y real: ideal es la que representa al entendimiento el
ejemplar de perfección a que debe conformarse un ser; real es la que solamente expresa la
belleza de un ser real.
2) La belleza ideal se divide en divina y humana, según que la belleza ejemplar sea
propia de Dios o del hombre. Y
3) La belleza real se subdivide en sensible y espiritual según que verse sobre un objeto
sensible o espiritual...
No faltan autores que sostienen: 1) que el arte debe prescindir del elemento ideal, y 2),
que sólo debe consistir en la copia fiel de la naturaleza y sus obras. Tales son las
afirmaciones fundamentales de la escuela realista o positivista, en oposición a la
idealista.
Pero esta tendencia es inadmisible, porque: 1) se basa en una filosofía materialista y
positivista según la cual, y contrariamente al común sentir del género humano, un ideal
superior a la naturaleza es una quimera; 2)confunden la realidad material con la belleza,
y la obra artística con un retrato, el cual puede ser exacto sin ser bello.
Con frecuencia las diferencias entre los artistas idealistas y realistas más bien versan
sobre la mayor o menor importancia que dan al elemento empírico o ideal necesario para
toda obra de arte, que sobre la insistencia en un elemento con exclusión del otro.
Además de las tendencias o escuelas idealistas y realistas, merecen citarse la clásica,
romántica y modernista.
1) En la clásica predomina la sobriedad, armonía y equilibrio de los elementos que
integran la producción artística. Su manifestación más genuina es el aticismo, el no
quid nimis sobriedad eterna.
2) En la romántica predomina un elemento sobre los demás, particularmente la grandeza:
es el arte de lo sublime y aunque está encarnado en obras magníficas, tiende no pocas
veces al desequilibrio y a conculcar los cánones del buen gusto.
3) El modernismo es un conjunto de tendencias artísticas contemporáneas de difícil
definición. Aunque ha producido obras de mérito indiscutible, sin embargo, se
caracteriza por el desprecio de las reglas de arte y de la tradición. Es la
manifestación, en el arte, de la decadencia intelectual y moral de la cultura europea.
Entre sus manifestaciones más conspicuas podemos incluir el cubismo v el futurismo.
De lo dicho hasta aquí se deduce que las propiedades esenciales de toda obra de arte, son
las siguientes:
1) Unidad, pues como dijo San Agustín, la unidad es la forma de la belleza, o como
escribía Horacio : denique sit quodvis simplex dumtaxat et unum.
2) Proporción de las partes entre sí y con el todo. Pues sin ella no habría orden ni
unidad.
3) Verdad, o verosimilitud en las obras en que domina la fantasía. Pues sin verdad no hay
belleza.
4) Brillo y esplendor proporcionado, pues la belleza es el esplendor de lo verdadero.
5)Bondad o moralidad, porque el deleite que produce la obra ha de ser conveniente al
hombre; luego no puede ser inhonesto.
No faltan autores que pretenden divorciar el arte de toda finalidad moral y defienden la
fórmula de "el arte por el arte", del mismo modo, dicen, que la matemática,
química, etc.. no tienen nada que ver con la moralidad.
Más esta opinión carece de fundamento, porque no existe paridad entre las ciencias
especulativas y las prácticas. La matemática, v.g., como ciencia especulativa solo
interesa a la razón, mientras que el arte, por medio de la razón, se dirige al
sentimiento y a la voluntad, la cual está sujeta a la ley moral.
Además, el fin del arte es la belleza, la cual no puede prescindir del ideal, y el ideal
ha de fundamentarse en la verdad y en el bien, el cual es opuesto a lo inmoral.
P. Gisbert*
"ARBIL, Anotaciones de Pensamiento y
Critica", es editado por el Foro Arbil
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