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El cedro a al sombra del sol sirio, la encrucijada libanesa.
Israel ha anunciado que antes del próximo día 7 de julio de 2.000 abandonará la franja de 1.000 kilómetros cuadrados que ocupa en el sur del Líbano desde 1.985 ¿Qué significado tiene esa retirada? ¿En que situación real se encuentra Líbano y su población católica?
El Ejército del Sur del Líbano.
Israel, por medio de su Ministerio de Asuntos Exteriores, ha
comunicado al Secretario General de Naciones Unidas que, como
fecha límite, el día 7 de julio abandonará el territorio
libanés de unos 1.000 kilómetros cuadrados de superficie que
todavía ocupa. De esta forma se materializará la Resolución
425 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas de 1.978 que
establecía el total abandono del territorio libanés por parte
de Israel.
Dicha ocupación se produjo con el objetivo defensivo de
prevenir, de forma permanente, ataques de los radicales
palestinos y de los integristas libaneses contra las poblaciones
judías limítrofes, mediante la creación de una "franja de
seguridad" entre ambos. La ocupación no se ha tratado de
una intervención aislada, sino que forma parte de las
periódicas operaciones militares (represalias en la mayoría de
los casos) realizadas por el ejército judío contra los
palestinos, fundamentalmente, presentes masivamente en Líbano
con ocasión de la independencia israelí y alimentados en su
número por los sucesivos éxodos generados por las posteriores
guerras árabe - israelíes.
En esta ocupación, materializada ya en 1.978 aunque ha
experimentado varias fases y extensiones, se ha apoyado en parte
en una fuerza auxiliar de unos 1.500 hombres, la mayoría
cristianos maronitas, aunque cuenta con una significativa
presencia de musulmanes de credo chiíta, mayoritarios en el sur
de ese país. Dicha milicia fué organizada a partir de algunos
mandos desertores del ejército regular libanés (siendo el
principal de ellos el fallecido coronel Saad Haddad) que
constituyeron el "Ejército del Sur del Líbano", ESL,
coincidiendo con una fase álgida del largo conflicto libanés.
El ESL tiene, pues, sus días contados.
El portavoz de Asuntos exteriores también ha manifestado que los
integrantes de esa fuerza auxiliar, así como sus familiares
directos, podrían residir en Israel, por motivos humanitarios
(en total unas tres o cuatro mil personas). Medida comprensible,
pues de las fuertes milicias armadas de Hezbolláh (el principal
partido integrista chiíta libanés, y el más votado en las
últimas elecciones generales al parlamento libanés) no se
espera clemencia alguna, tal como ha anunciado su secretario
general Hassan Nassrala. Por otra parte, todos los integrantes
del ESL están juzgados por el Estado libanés por el delito de
traición; condenados a muerte sus dirigentes y a largas condenas
de prisión el resto de integrantes de la milicia.
La diáspora
maronita - libanesa.
Así, un nuevo éxodo de cristianos se producirá en fechas
próximas, aunque en menor número que en otros periodos de la
historia de Líbano. Parte se trasladará a Israel, integrando la
pequeña comunidad maronita que, en número de varios miles, ya
reside en el Estado hebreo. Otros optarán por la emigración a
Argentina u otros países donde habita una importante comunidad
libanesa en la diáspora, que arranca de los movimientos
migratorios originados ya en 1.858 a raíz de las matanzas
sufridas por los cristianos y que, alimentada por un constante
flujo humano, ha llevado a la Santa Sede a erigir varias
"Eparquías" (obispados de rito maronita) en Buenos
Aires y otras grandes ciudades en todo el mundo, con el objetivo
de atender a la numerosa comunidad maronita presente en esas
tierras. Incluso, ya en 1.865, Juan Habid y Estefan Kozah
fundaron una congregación misionera de monjes maronitas (los
"kraimistas", pues en Kraim se estableció la primera
comunidad de la orden) con el carisma de practicar la misión
entre los libaneses dispersos por el mundo y el ejercicio de la
educación católica. Esta congregación está presente en la
actualidad en una docena de naciones.
Dicha corriente migratoria persiste hoy día, afectando en
particular a la comunidad maronita, suponiendo una sangría
humana tremenda que pone en peligro la presencia maronita en
Líbano. Así, con una población actual de algo más de
3.500.000 habitantes (de los que alrededor de un 20% lo son de
confesión católica maronita), de 1.975 a 1.990 con motivo
principalmente de la guerra civil, emigraron 894.717 libaneses,
casi un tercio del total.
Se calcula en varios millones de libaneses y sus descendientes
los que componen esa diáspora, que se concentra, ya lo hemos
dicho, particularmente en Argentina, pero también de forma
significativa en Australia, Canadá, Estados Unidos, Alemania y
Francia. Dentro de la diáspora, además de algunos grupos
integristas musulmanes, son los maronitas quiénes ejercitan una
mayor labor de mantenimiento de la conciencia nacional libanesa,
para lo que han creados colegios, diversas fundaciones,
asociaciones de apoyo mutuo, etc. En cualquier caso, su labor no
puede compararse ni en volumen ni en intensidad a la desempeñada
por otras comunidades como la armenia. De hecho, algunas
autoridades maronitas señalaban recientemente que la conciencia
libanesa se pierde en muchos casos en la segunda o tercera
generación, una vez en la emigración.
Antes de continuar, recordaremos que la Iglesia maronita (cuyo
nombre viene de San Marón, cenobita de la Iglesia de Antioquía
del siglo IV) es la única oriental enteramente unida a Roma, con
una gloriosa y larga historia de fidelidad y martirio. Mantiene
una jerarquía propia, con un Patriarca a su cabeza, con un rito
propio, unas instituciones específicas y una espiritualidad
marcada por su largo sufrimiento. Aunque la maronita es la más
numerosa de las comunidades católicas presentes en Líbano,
marcando de forma significativa la historia libanesa, están
presentes otras aunque en número muy inferior: greco-melkitas,
caldeos, coptos y armenios. La Iglesia de rito latino, con unos
15.000 fieles, también está presente, manteniendo sobre la base
de las órdenes europeas, una enorme labor educativa y
asistencial, siendo su influencia muy importante en la sociedad
libanesa.
Encontramos maronitas, establecidos desde muy antiguo, en otros
países de ese entorno geográfico, como Egipto, Israel, Siria,
Chipre e Irak.
Las negociaciones
Israel - Siria.
Con la devolución de la franja sur al gobierno libanés,
episodio previsible desde hace varios años, Israel dará por
cerrada su intervención en Líbano que, a efectos internos de
este pequeño país árabe, ha traído unos amargos frutos, entre
los que destaca la derrota militar y política de los sectores de
la comunidad cristiana maronita que optaron por el liderazgo
político y militar del estado libanés. En ese sentido, puede
afirmarse que la comunidad maronita ha sido el principal soporte
de un estado libanés independiente.
En la política interna de Israel, esa retirada era demandada con
insistencia por los sectores pacifistas israelíes (el movimiento
"Paz ahora") y por los partidos políticos de tendencia
izquierdista, incluido el Laborista hoy en el poder. No en vano,
la intervención militar en Líbano, durante los últimos 30
años, con la ocupación permanente de parte de su territorio
desde 1.985, ha provocado un elevadísimo número de muertos
entre los militares judíos.
Y en el plano internacional, se pretende dejar expedito el camino
a un posible acuerdo de paz con Siria.
Provisionalmente, y en tanto se materializa un acuerdo de paz
entre Siria e Israel, Naciones Unidas pasaría a ocupar las
posiciones abandonadas por Israel, mediante las fuerzas de FINUL,
aumentando sus efectivos ya presentes en la zona de 4.500 a 7.500
cascos azules. De este modo, se intentaría evitar represalias
contra los civiles que allí permanezcan y nuevos ataques contra
las poblaciones judías lindantes, tal como ha señalado el
primer ministro libanés Salim Hoss.
Líbano: a la
sombra de la "Gran Siria".
No deja de ser paradójico que, a los 10 años de la derrota del
General Aun en Beirut este a manos de los ocupantes sirios y sus
aliados libaneses, se sume esta nueva pieza al complejo puzzle de
oriente medio.
No por ello Líbano recupera su integridad. Formalmente, puede
aparentarlo; pero no en la práctica. Y ello, por dos motivos.
Primero, continúan viviendo unos 350.000 palestinos que forman,
casi, un "estado dentro del estado" libanés. Y lo más
importante, continúa la presencia militar siria, cifrada en unos
40.000 hombres que controlan de hecho todo el país, salvo esa
pequeña franja del sur.
Es una incógnita, por otra parte, si Siria desarmará a
Hezbolláh, o permitirá que esa milicia integrista, la única
que persiste en todo Líbano, continúe con sus periódicos
ataques a la Galilea israelí. Sin duda, ese aspecto será una
baza fundamental en la futura negociación entre Siria e Israel,
en la que será el tema estrella de los previsibles acuerdos de
paz junto a la situación de los Altos del Golán. Se trata de
una asignatura pendiente del laborismo israelí y del ya anciano
líder sirio Hafez Al Assad, quien ya está pensando en su
sucesión y legado político y de quien se rumorea el
padecimiento de una enfermedad terminal.
La negociación parece clara: devolución de los Altos del Golán
a Siria a cambio de garantías por este país de que cesarán los
ataques a objetivos civiles de Israel desde suelo libanés, ya
enteramente bajo la influencia siria.
En cualquier caso, Líbano, aunque formalmente permanece
independiente, en la práctica se ha constituido en un
protectorado sirio de hecho. Lo que concuerda con las ambiciones
territoriales de la "Gran Siria" y que se materializó
mediante el "Tratado de fraternidad, cooperación y
coordinación" de mayo de 1.991, que legitimó la presencia
militar permanente siria, al que siguió otro de defensa y
seguridad firmado en septiembre del mismo año. La dependencia
libanesa se verá reforzada en un futuro inmediato, además,
mediante la unión aduanera con Siria, que entrará en vigor en
breve, lo que regularizará por completo la presencia de varios
cientos de miles de trabajadores sirios, atraídos por las
expectativas económicas de la reconstrucción libanesa.
La resolución 520
de Naciones Unidas.
Existe otra resolución del Consejo de Seguridad de Naciones
Unidas, la 520, que establece el abandono de suelo libanés de
TODAS las fuerzas extranjeras. Evidentemente, también hace
referencia a las fuerzas sirias. Pero neutralizada dicha
resolución, en parte, por el acuerdo de defensa y seguridad de
1.991, no parece que, con seriedad y energía, ninguna potencia
regional o internacional esté dispuesta a implicarse en su
exigencia y aplicación; lo que pudiera parecer lógico una vez
se consume el abandono de la franja sur por parte de Israel.
Conclusiones.
Líbano y en particular su comunidad cristiana, es la nación que
sale perdiendo en todo este movimiento de las piezas en juego del
puzzle de oriente medio. Sin duda ello es así por tratarse de la
pieza más débil de todas las que participan. Siria e Israel,
potencias regionales, cuentan con poderosos padrinos a nivel
internacional. Líbano sufre, además, la propia debilidad
interna que nace de su secular división y ausencia de proyecto
común, volatizado por siglo y medio de periódicos
enfrentamientos civiles causados por diversos intentos de
conquista del poder político y económico por parte de unas u
otras facciones. Esa debilidad ha llevado a los diferentes
gobernantes libaneses y facciones en lucha, a la petición de
auxilio tanto a Siria como a Israel, que han jugado en exclusivo
beneficio propio. Siria ha jugado a "dividir y vencer".
Ha apoyado a lo largo del conflicto, a todas las facciones en
algún momento de los enfrentamientos; consiguiendo el progresivo
debilitamiento de todos los contendientes. Israel jugó la baza
de prestar su apoyo a los sectores más radicales de la comunidad
cristiana: Bechir Gemayel y su partido Kataeb, abandonándoles
cuando ya no parecía factible el proyecto de un Líbano fuerte
liderado por los maronitas. Incluso Irak jugó con sus peones
libaneses en algún momento del conflicto; así apoyó a un
iluminado general Aun en la fase final de la guerra civil,
lanzándolo contra su secular enemigo sirio (pese a estar en el
poder el mismo partido, el BAAS, tanto en Siria como en Irak).
No parece, pues, factible, la pervivencia de un estado libanés
en el nuevo orden mundial, más interesado en el equilibrio entre
fuertes potencias regionales (Israel y Siria).
En cualquier caso, otra vez mas, los cristianos salen perdiendo,
tratándose del país donde se asienta la comunidad cristiana
más consistente y numerosa, porcentualmente, de todo el mundo
árabe.
José Basaburúa jbasaburua@hotmail.com
"ARBIL,
Anotaciones de Pensamiento y Crítica", es editado por el
Foro Arbil
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