Si naciste en España después de
1985 eres un superviviente con suerte Uno de cada tres niños concebidos es asesinado con la complicidad del Estado, de sus Gobiernos, de su Parlamento... y con tu dinero |
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¿Qué futuro hay para España?
El patriotismo, el amor a la Patria, la parte de nosotros mismos que compartimos con los demás,hay que formularlo en términos de pensamiento y acción, en términos de práctica, que lo laven de ciertas retóricas que hasta en su día fueron falsas, y de todo lo temporal que unos y otros, acumulamos sobre él.
A pesar de una Instituciones corruptas y
dominadas por una cleptocracia partidista, y de que han sido
reinstauradas las ideologías, impuestas a través de pactos
extranjeros y de personajes desclasados que no han sabido ver que
la única forma de ser de España reside en el común múltiplo y
no en el común divisor, todavía nos queda la misma España.
El tiempo se llevó lo temporal de España, como suele hacerlo, y
otros tiempos llegaron y se fueron, con su desarrollo económico,
con su ilusión y con su fracaso. De ella perviven asuntos
esenciales: su unidad ante el destino, sus síntesis históricas;
su vocación para la empresa universal y lo que en otra parte se
ha llamado su realismo espiritual, esa dificultad permanente de
cabalgar sobre la física y la metafísica a la vez, sabiéndonos
en tránsito hacia la eternidad y forzados, para ganarla, a
actuar con honestidad y nobleza. Eso queda. De acuerdo que
sepultado en muchas ocasiones por nuestra propia vida económica,
por las complejas interacciones de la sociedad actual, pero vivo
en cualquier caso en la soledad de cada conciencia.
Lo que queda de la España vieja en esta España de nuestras
furias es, por un lado, lo que desde fuera se nos ha impuesto
como novedad: ideologías antiguas servidas por partidos hechos
desde arriba, con dinero y con prensa; instituciones semejantes a
otras instituciones, aquí fracasadas, y a las de otras naciones
que tienen otra historia y otra gente. Con todo ello se han
intentado reproducir las viejas divisiones y los viejos problemas
cripto-marxistas y liberales que a los hombres de hoy nos suenan
a decrepitud, a cosas sucedidas hace mucho tiempo y que en casi
nada nos afectan.
Pero también queda de España el atisbo de que al futuro hay que
ir con el bagaje propio y las respuestas propias. Queda el
realismo auroral, realismo de la Patria como comunidad general
más allá de los intereses individuales; queda la experiencia de
que la división se puede superar con objetivos comunes y que en
cada momento debe de hacerse lo que es necesario para mantener el
rumbo, y no lo que dice la ideología de referencia.
Hoy, como ayer, el camino de la Unidad es el único posible. Hoy,
mejor que ayer, está más cerca de nosotros, porque la sociedad
actual la necesita con más urgencia y es, por lo tanto, mucho
más receptiva a la voz que le proponga un medio para superar el
inmovilismo y la inoperancia que nos conduce a todos de nuevo a
la decadencia y a la miseria.
Esa idea de renovación, de búsqueda de lo que somos y de
misión para nuestra Patria, está en el aire y nace
espontáneamente en muchos lugares. Sucede algo nuevo: un
movimiento hacia España que va haciéndose de abajo hacia
arriba, y que manifiesta, a la vez que desprecio hacia las
ideologías, un serio empeño de superar diferencias a través de
lo común a todos: la Patria misma, que está siendo invadida y
privada de soberanía.
Mi experiencia me indica que gente muy dispar va entendiendo, por
fin, la postura superadora que hace a la Patria sólo responsable
del futuro y en modo alguno culpable del pasado. Quizá haya que
formular otra vez el patriotismo en términos de pensamiento y
acción, en términos de práctica, que lo laven de ciertas
retóricas que hasta en su día fueron falsas, y de todo lo
temporal que unos y otros, acumulamos sobre él.
A fin de cuentas la Patria sigue siendo la mejor garantía de la
paz. La Patria no acepta a los españoles como enemigos porque es
la parte de nosotros mismos que compartimos con los demás: lo
que nos separa es siempre temporal, sea la pasión, sea la
ambición, sea una ideología perecedera que hoy, más que nunca,
resulta estéril y agoniza.
¿Cómo explicar esto exactamente? ¿Cómo llevarlo a tantos y
tantos que lo esperan? Hace falta encontrar la explicación más
sencilla -que no es la mía-, la que no sacrifique la extensión
del mensaje a la comprensión del detalle. Los detalles serán
siempre minúsculos frente a la idea general de la Patria como
Unidad de Acción, de la Patria como comunidad en un mundo
único, personal en cada uno y compartido con los demás; de la
Patria útil, creadora genial, síntesis general de todos los
hombres, de todas las ideas de los hombres, de todas las
esperanzas.
Esta Patria colonizada y mantenida en la inmovilidad; esta Patria
que, dado el esfuerzo de sus enemigos, guarda en sí formidables
capacidades para el futuro. Esta Patria que lleva siglos
debatiéndose en busca de su independencia como creación
definitiva de su unidad. Ese nexo permanente entre los hombres y
entre las épocas es la única base para nuestra auténtica
modernidad. Moderno en la sociedad es lo que actúa, lo que
funciona. Moderno, en sociedad, es lo que crea y da frutos.
Expliquémoslo cada uno en su lenguaje, porque vamos a ser
entendidos. Es la época adecuada para esta idea que trae la
renovación que nos hace falta, junto con la más básica
comunidad de intereses. A través de nuestra España común se
puede llegar a la libertad individual, que no es otra cosa que
ser igual entre iguales y tener, a la vez, una aportación
individual y distintiva que hacer.
Expliquemos que nuestra misión, que siempre fue universal,
vuelve a tener un objetivo en lo nacional, con la unidad, y en lo
universal, con el descubrimiento del mundo que nos es propio. Si
Occidente muere, ha de ser substituido y sólo nosotros podemos
hacer la síntesis de las épocas que nos preceden.
Arturo Robsy.
"ARBIL,
Anotaciones de Pensamiento y Crítica", es editado por el
Foro Arbil
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