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Aclarando conceptos sobre la Francmasonería. El paso de la Francmasonería operativa a la moderna o especulativa.

por José María Ripoll Rodríguez

Diversos tratadistas han intentado demostrar tesis muy diversas sobre los orígenes de la francmasonería moderna y no han eludido ninguna opción. Algunas obvias, otras más propias de ciencia ficción. En cualquier caso, para la mayoría la verdad no puede ser más simple: la francmasonería es tan antigua como lo es su historia públicamente registrada desde mediados del Siglo XVII, y nada más; y todo lo que se pretenda anterior no son más que fantasías sin sentido

Dicha actitud de todas formas no está exenta de dificultades, y es la tesis más sencilla de desmontar por el mismo hecho de que la francmasonería moderna no se entiende si no se comprende que para llegar al nacimiento de la misma media un período de unos doscientos cincuenta años, hasta su materialización primera en el nacimiento de la gran logia de Londres en 1717.

Desde ese momento la francmasonería mantiene opciones abiertas acerca de su origen. Tres son las más comunes teorías acerca de su origen: 1) La francmasonería es tan antigua como afirma el ritual masónico, siendo creada como resultado de ciertos acontecimientos que tuvieron lugar durante la construcción del Templo de Salomón; 2) La de que fue un tipo de asociación de los gremios de canteros medievales, mediante la cual las habilidades “operativas” del trabajo de la piedra eran trasladadas a lo que los masones llaman habilidades masónicas “especulativas” de mejora moral.3) La de que el ritual masónico deriva directamente de la Orden de los Pobres Soldados de Cristo y del Templo de Salomón, actualmente más conocidos como los templarios.

Los estudios más frecuentes se centran en la segunda y tercera opción [1] . Curiosamente los propios francmasones se han centrado en demostrar la tercera por diversas razones. Una de ellas es más bien de carácter social; los aristócratas y la burguesía naciente de mediados del XVIII que se afilia a la masonería se siente más a gusto considerándose la heredera de caballeros de una orden militar con rituales iniciáticos y conocimientos ocultos que provocarían las iras de la Iglesia Católica y la monarquia francesa que ser la continuadora especulativa de unos meros constructores de catedrales hechas para la gloria de Dios y de su Iglesia.

En cualquier caso, aquellos que defienden esta tesis presentan las siguientes razones: a)Dado que la mayoría de los masones operativos medievales pasaban la mayor parte de su vida trabajando en la construcción de una catedral por poner un caso, no se ve la necesidad de señales y contraseñas secreta de reconocimiento secreto entre ellos, dado que existía una movilidad muy pequeña; b) La mayor parte de los canteros eran analfabetos, y no se entiende que hayan podido dar lugar a un ritual tan complejo como los que se van elaborando; c) ¿Por qué iban a necesitar de medios secretos de reconocimiento? Si alguien afirmaba falsamente ser cantero, el mejor medio de reconocimiento era verificar su incapacidad para trabajar la piedra.d) No hay evidencias de la existencia de gremios de canteros medievales en Inglaterra donde por primera vez aparece la francmasonería moderna. Existen páginas llenas de emblemas de gremios de canteros europeos pero inguno de ellos es británico; e) Los trabajadores de la piedra trabajaban para la Iglesia y para los terratenientes, y parece improbable que sus patronos permitiesen sin mayor problema la existencia de una especie de “protosindicato” entre ellos, esto suponiendo que los trabajadores hubieran llegado a desarrollar el deseo de contar con semejante cuerpo unificador.

Estas son las razones aducidas por gran parte de los tratadistas masones para orientarse a vincular la “Orden” con los templarios, desarrollando toda una ficción legendaria que nos habla de un secreto encontrado por los templarios excavando en torno al antiguo templo de Jerusalén, un secreto que habría levantado las iras del Papado y de la monarquía francesa y que sería la base de su desgracia, siendo los templarios fugados de tal persecución quienes sobre todo en Escocia habrían mantenido las viejas tradiciones de la orden templaria que más tarde recogería la francmasonería moderna.

Como todo en la vida, es bastante más prosaico y debemos retomar la tesis clásica de su origen vinculado a la masonería medieval operativa fijándonos en diversos mojones que nos lo explican : a)La presencia cada vez mayor de los masones “aceptados” (no operativos) en las logias sobre todo a partir del 1500, con especial trascendencia en las logias escocesas, muchas de ellas presentes en Francia debido a los exiliados estuardistas acogidos por Luis XIV; b) Las nuevas corrientes filosóficas del renacimiento que “resucitan” determinados movimientos de tipo ocultista y orientalista como la cábala, el rosacrucismo, el hermetismo o la alquimia; c) El mismo proceso de descomposición religiosa de la Europa del renacimiento y el afán por ir a las fuentes mismas del pensamiento acudiendo a todo tipo de tradiciones extracristianas.

Los constructores de catedrales [2]

La construcción de catedrales proporcionó grandes oportunidades de trabajo a los canteros-masones operativos. En Francia entre 1050 y 1350 se construyeron ochenta catedrales, quinientas iglesias grandes y muchas más parroquias. En Inglaterra, las construcciones de catedrales duraban con frecuencia más de cien años. La obra requería mucha mano de obra, tanto calificada como no calificada. Se necesitaban trabajadores inexpertos que despejaran los escombros para construir los cimientos y que cargaran las piedras y el mortero hasta el sitio de la obra. Las reglamentaciones francesas de 1268 para la construcción de catedrales establecieron que “los masones, fabricantes de morteros y yeseros pueden tener tantos asistentes y criados como les plazca siempre que no les enseñen nada de su oficio”.

Muchos siervos aprovechaban la oportunidad de escaparse de las tierras donde debían trabajar para sus amos y se dirigían a una ciudad donde se construía una catedral sabiendo que si hasta un año y un día después su amo no volvía a capturarlos quedarían libres de la servidumbre. Algunos caballeros y nobles se ofrecían como voluntarios para realizar el trabajo no calificado como obra penitencial.

Los masones eran trabajadores calificados. Había dos clases de masones: los “picapedreros” o “masones rústicos” que plantaban la piedra dura común y los masones más diestros que tallaban las elegantes fachadas del frente de la catedral. Trabajaban una piedra más blanda, terrosa. Esta piedra era conocida como piedra “libre o franca” y los masones expertos en trabajarla pasaron a denominarse “masones de piedra franca” que muchas veces se abreviaba como “francmasones”.

Cerca del sitio en el que trabajaban, erigían una choza a la que llamaban “lodge” o “posada” en la que guardaban sus herramientas comían en el intervalo que se les asignaba para ello durante el día. Pero no dormían allí. Rentaban habitaciones en una hostería o en otros alojamientos de la ciudad y por lo general permanecían allí durante varios años. De Lodge, cuyo significado en inglés es “posada”, “casita” o “casucha” se deriva la palabra “Logia”.

Aunque se trasladaban a su lugar de trabajo desde todas las regiones de la nación, los francmasones no eran una muchedumbre de vagabundos desempleados que iban de un lado a otro en busca de trabajo. Eran famosos por su destreza y quienes los convocaban eran los obispos o deanes de los distritos en los que se estaba llevando a cabo la construcción de la catedral. A veces, estaban trabajando en una construcción y recibían, dese otras partes de Inglaterra, o desde Francia o Alemania, ofertas que los tentaban a dejar esa tarea para ir a cambio de recompensas más cuantiosas, a trabajar en otra catedral. Los obispos y deanes que los empleaban trataron de evitar esto incluyendo en el contrato una cláusula que impedía a los francmasones abandonar la obra para buscar empleo en ningún otro lado hasta que ésta estuviera terminada; pero, con frecuencia, los francmasones se negaban a aceptar esta condición.

Cuando el rey estaba edificando un castillo o alguna fortificación esencial, utilizaba sus poderes de requisa a fin de forzar a los masones a trabajar para él. En la década de 1540, Enrique VIII construyó fortificaciones en la costa de Kent a fin de protegerse de una posible invasión francesa. Masones de lugares tan distantes como Somerset y Gloucestershire fueron obligados a presentarse y trabajar allí y se forzó a otros masones de Gloucestershire, Wiltshire y Worcestershire a ayudar a erigir el nuevo y magnífico palacio de Enrique en Nonesuch, cerca de Esher, Surrey. A veces masones que estaban en Kent recibían la orden de ir a Berwick para trabajar en fortificaciones contra los escoceses y se les enviaban doce chelines y ocho peniques para cubrir los gastos del viaje de 490 kilómetros desde Maidstone. Otras veces, como las autoridades no confiaban en que los masones se presentaran a trabajar, los arrestaban y llevaban por la fuerza al destino fijado.Pero por lo general, el reclutamiento de masones y otros trabajadores no era llevado a cabo directamente por el rey sino por una corporación o gremio del oficio, a la que el rey había otorgado una carta o licencia e instrucciones para regular la actividad. El gremio estaba compuesto por los principales empleadores del ramo, pero a veces era controlado por un funcionario real. En cualquier caso nos encontramos en el siglo XIII con gremios de masones en Chester, Dirham, Newcastle y Richmond en Yorkshire.

En Escocia nos encontramos asimismo con estos gremios. Los había en Edimburgo, Elgin, Irving, Kirkcudbright, Rutherglen, y probablemente también en Aberdeen y Dundee.

La Europa del medievo era una sociedad eminentemente disciplinada. En Inglaterra el parlamento establecía el sueldo máximo que se le permitía recibir a cada clase de trabajadores y el número de horas diarias que estaban obligados a trabajar en verano y en invierno; el género y color de las ropas que podían utilizar los duques, los barones, los caballeros y las gentes del común; el número de platos que podían cenar;los días de ayuno y los juegos, etc.

También la vida de los masones estaba regulada. Sus deberes estaban establecidos en directivas de los gremios que los controlaban, y se conocían como “cargas”. La primera de ellas era la obligación del masón hacia Dios: debía creer en la doctrina de la Iglesia y rechazar todas las herejías. La siguiente era la obligación hacia el rey, cuya soberanía y leyes debía obedecer. En tercer lugar la obligación hacia el maestro para el cual trabajaba el aprendiz. No debía traicionar los secretos de su maestro; no debía seducir a la mujer, ama de llaves o hija de su maestro. No debía “sostener ninguna discusión desobediente” con su maestro, la dama de este o de un francmasón.

El salario y horario de trabajo habían sido establecidos en los Estatutos de los Trabajadores, que fueron redactados después de que, en 1348, una serie de epidemias, que luego se conoció como la peste negra, asoló Europa Occidental desde el este. El Parlamento dictó leyes que no establecían trabajo mínimo sino un máximo. Los empleadores que pagaban cantidades superiores eran multados. La multa, veinte chelines por cada contravención del trabajador equivalía a los salarios de casi seis meses.

Pero con frecuencia, los masones y otros empleados realizaban acuerdos secretos e ilegales conforme a los cuales se les pagaba más de seis peniques por día. Así los masones formaron paulatinamente sindicatos cuyos miembros pactaron que no trabajarían por menos que una suma que era bastante más elevada que el máximo legal. Estos sindicatos eran ilegales, y sus reuniones y decisione debían ser mantenidas en un cuidadoso secreto.

En 1425, cuando el duque de Bedford era regente en nombre de su sobrino de tres años, el rey Enrique VI, el gobierno y el Parlamento intentaron poner en vigor una ley restrictiva referente a los masones que así se agrupaban. Se dictó un estatuto que afirmaba que los masones habían estado violando la ley y que habían formado asociaciones ilegales para obligar a sus patrones a pagarles salarios excesivos. Y la ley imponía penalidades más severas a los masones que acudieran a reuniones secretas; sin embargo, dos o tres años después, ya no se hicieron más intentos por aplicar estas leyes.

Por su parte, los masones de piedra franca de Escocia trataron de fortalecer su posición mediante el uso de una contraseña que era transmitida a todos los maestros masoes calificados, y a la que ni los aprendices ingresados ni ninguna otra persona tenía acceso. Esto permitía que los maestros masones se reconocieran entre sí y evitaba que los aprendices ingresados realizaran tareas de su maestro. La palabra clave se conoció como la “palabra masónica”. Es probable que fuera Mohabyn que tiene relación con la palabra “marrow” que se utilizó en Escocia con el significado de “compañero” o “camarada” hasta el siglo XIX.

Son muchos los testimonios que sugieren que la “palabra masónica” se originó alrededor de 1550. Aunque se difundió más allá de la frontera, hacia los condados del norte de Inglaterra era desconocida al sur de Durhan y en el resto de Europa. Los masones ingleses tenían sus secretos, que discutían en las reuniones ilegales de sus sindicatos; pero no tenían ninguna necesidad de una palabra o señal que revelara su identidad a los otros. A diferencia de Escocia, en Inglaterra, Francia y el resto de Europa todo el mundo sabía quiénes eran los masones de piedra franca.

Así, con perdón para los defensores de la teoría templaria, podemos decir que: a)Sí que existen gremios de masones en Inglaterra y Escocia; b) Descubrimos una gran movilidad en los francmasones en la Baja Edad Media; c) Entendemos la razón –eminentemente laboral y salarial- de la formación de sindicatos ilegales de masones con un alto sentido de secreto y la formación de ritos de reconocimiento entre maestros masones. Era lo que había que demostrar.

Los masones aceptados y sus nuevos planteamientos.

Aproximadamente entre 1550 y 1700 los francmasones cambian. Dejan de ser un sindicato ilegal de masones y se transforman en un organización de caballeros intelectuales. En el idioma de la época, los “masones operativos” fueron reemplazados por “masones aceptados” o “caballeros masones”, como se les solía llamar en Escocia. En épocas posteriores a estos masones aceptados se les designa como “masones especulativos” pero este término no fue empleado antes de 1757.

Existía una larga tradición de gremios que aceptaban como miembros a hombres que no tenían ninguna relación con el oficio en cuestión. Las asociaciones de trabajadores de la ciudad de Londres –la más antigua era la de los Tejedores, fundada en 1155-, estaban integradas en principio por miembros de la profesión. Pero desde los primeros tiempos, los hijos de los miembros que habían nacido después de que su padre se incorporara al gremio. Además las asociaciones de trabajadores podían admitir como miembros a hombres que no tenían ninguna relación con el oficio, ni por nacimiento ni por ocupación, y muchas veces lo hacían.

En el siglo XIV, la más importante de estas asociaciones, la de los Sastres y Confeccionistas de Lino aceptaba como miembros a caballeros del campo que les vendían lana para exportarla a los Países Bajos. Incluso llegaron a admitir como miembro a Eduardo III, después de haberle prestado dinero para solventar sus guerras, que sabían que jamás recuperarían. Para los caballeros, era ventajoso tener una relación más cercana con Londres, mientras el gremio obtenía un gran prestigio si entre sus miembros había caballeros, especialmente en una sociedad tan estratificada como la de la Inglaterra del siglo XIV.

En Escocia era muy habitual que se invitara a los caballeros influyentes a incorporarse a un gremio de comercio. Se volvió tan común que los masones escoceses invitaran a los caballeros de la familia St. Clair de Rosslyn a unirse a su asociación, que los St Clair reclamaron el derecho hereditario de ejercer su autoridad sobre los masones de Escocia. Tenemos otros ejemplos de personajes ilustres aceptados en distintos gremios; en 1505 el rey Jacobo IV se unió al gremio de mercaderes de Edimburgo; y sesenta años más tarde, el conde de Moray, el medio hermano ilegítimo de María, reina de los escoceses cuando era regente del rey infante Jacobo VI, se incorporó a la compañía de panaderos de Glasgow.

Son estos masones aceptados, pertenecientes a clases con acceso a conocimientos cultos e interesados por todas las corrientes del pensamiento a partir del XVI los que producirán en la masonería su evolución capital. Veamos algunos ejemplos para ilustrar esto.

La Royal Society y la infiltración en la masonería de nuevas corrientes [3]

Sir Robert Moray, intendente general del ejército escocés, fue iniciado en 1641 en una logia masónica de Edimburgo, algunos de cuyos miembros estaban en Newcastle con el ejército. Fue el primer caso de admisión a una logia militar, lo que más tarde pasó a ser una práctica común dentro de las fuerzas militares. Robert Moray pertenecía a la minoría de presbiterianos que, después de haber combatido contra Carlos I en la guerra de 1640, luchaban en su bando en la guerra civil inglesa. Después de la derrota de Carlos, Moray huyó a Francia, pero regresó durante la restauración de Carlos II, y fue uno de los fundadores de la Royal Society, institución fundamental para el proceso del que estamos tratando como veremos. Moray era amigo y protector de Thomas Vaughan, el rosacruz galés que publicó la primera traducción al inglés de Fama Fraternitatis, supuestamente escrita por Christian Rosenkrantz.

Elias Ashmole, el anticuario inglés cuya colección sentó las bases del Ashmolean Museum of Oxford, era un procurador de Londres. Combatió en el bando de Carlos I durante la guerra civil, y, en 1646 al final de la contienda fue hecho prisionero en Lancashire por los Roundheads. Fue iniciado como masón el 16 de octubre de 1646, mientras estaba en prisión en Warrington. Su suegro, el coronel Henry Mainwaring, oficial del ejército de los Roundheads y terrateniente de Cheshire fue iniaciado en la misma época. Las logias masónicas que aceptaban masones no operativos se estaban extendiendo por toda Inglaterra. En Londres, algunos eminentes intelectuales y varios miembros de la Royal Society eran masones; lo era Ashmole, Sir Robert Moray, y Christopher Wren.

También en Escocia se incorporaban cada vez más caballeros. John Boswell, terrateniente de Auchinleck, iniciado en una logia de Edimburgo en 1600, puede haber sido aceptado sólo porque los masones pensaron que sería útil tener un caballero en su logia. Pero en 1679, en una logia de Aberdeen de los cuarenta y nueve maestros masones sólo diez eran masones operativos; cuatro eran nobles, tres eran caballeros, ocho eran abogados y profesionales, nueve eran mercaderes y quince eran comerciantes.

A lo largo del Siglo XVII el número de masones aceptados va superando al de operativos e incluso se van creando logias formadas exclusivamente por masones aceptados. En 1607 el rey Jacobo I de Inglaterra nombra intendente general de edificios a Iñigo Jones –destacado miembro de la Royal Society- con autoridad sobre todas las corporaciones masónicas. Jones reorganiza las logias siguiendo las pautas del humanismo y el renacimiento y las logias operativas se van transformando en clubs de opinión y debate mientras mantienen el ritual simbólico del oficio. Las discusiones se comienzan a centrar cada vez más en el saber y en los nuevos vientos del progreso y del conocimiento que caracterizan siendo las logias cada vez más los lugares donde terminan todas esas corrientes que vienen recorriendo Europa desde principios del Renacimiento. Allí se encontrarán el rosacrucismo, la cábala, el neoplatonismo, el neognosticismo que traían esos masones aceptados y así se comienza a configurar la neomasonería.

Las sociedades rosacruz funcionaron de fermento de la nueva masonería sobre todo en Inglaterra a través de esa institución que se designó a sí misma como el “nuevo templo de la ciencia”, la Royal Society fundada por Elias Ashmode. De hecho de esta institución saldrán los primeros dirigentes de la masonería especulativa. Allí se debatirán temas científicos pero también encontrarán eco las doctrinas rosacruces, -Ashmode no sólo era masón aceptado sino también miembro de los rosacruces- los mitos del saber alquímico que habrían sido conservados durante la edad media secretamente, las doctrinas herméticas. No en vano uno de los temas más discutidos en la Royal Society será el tema del Templo de Salomón; sir Isaac Newton miembro de la institución dedicaría toda una obra a este tema.

Por otro lado hay un hecho político de capital impotancia. Sir Christopher Wren, miembro de la Royal Society, y partidario de la casa Etuardo, era el jefe reconocido de la masonería londinense, aún teóricamente operativa, cuando en 1688 la revolución expulsó a los Estuardo y comenzó a consolidar el anglicanismo. Un sector de los masones permanecieron más o menos leales al catolicismo unos años, y los Estuardo vueltos al catolicismo consiguieron recabar la fidelidad de algunas logias escocesas. Por otro lado Guillermo III de Orange fue iniciado en torno a 1694. La influencia de los rosacruz, la ilustración y el racionalismo propiciaron que tales diferencias se diluyesen. En cualquier caso es en este momento cuando podemos constatar el final de la masonería operativa, una primera distinción de la masonería en estuardista y orangista que, al amparo del poder comenzará a extenderse y desarrollarse tanto en Escocia como en Inglaterra.

Sólo faltaba la culminación de este proceso que tendría lugar en 1717 con el nacimiento de la Gran Logia de Londres , con su primer gran maestro, Anthony Sayer y la elaboración de los estatutos de la masonería especulativa, en 1723 a cargo del pastor anglicano James Anderson. Son las constituciones de Anderson lo que nos verifica que la propia masonería concebía necesario una elaboración de unos estatutos precisamente porque se trataba de una nueva realidad. En caso contrario no hubiese hecho falta. Eran conscientes de que la vieja masonería operativa había muerto y lo que estaban desarrollando era una realidad distinta para la cual era necesaria una leyenda y una regulación. No podemos en modo alguno decir que la masonería de 1723 sea tal y como hoy la conocemos y la han conocido los siglos XIX y XX, sin embargo a partir de entonces ya podemos hablar de masonería en sentido moderno, desgajada de las viejas tradiciones de la masonería operativa.

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José María Ripoll Rodríguez

Fuentes consultadas:

De La Cierva, Ricardo, El triple secreto de la Masonería, Editorial Fénix, 1994

Knight, Christopher y Lomas, Robert, La clave masónica, Martínez Roca

Ridley ,Jasper, Los masones la sociedad secreta más poderosa de la tierra, Ed. Javier Vergara,2ºEd.2002



[1] Reproducimos aquí sintéticamente el razonamiento reproducido por los francmasones Knight y Lomas tal como lo desarrollan en su obra “La clave masónica”, reproduciendo lo mismo que expusieron en otro estudio anterior “The second Messiah” que ignoro si se encuentra en castellano.

[2] Para este apartado nos servimos de la introducción que hace Jasper Ridley en su obra “Los masones”,pp. 37-49

[3] En este apartado nos hemos fijado en la exposición histórica que Ricardo De la Cierva hace en su libro “El triple secreto de la masonería” en las páginas 61-69 a pesar de que el libro está más bien centrado en los rituales de la masonería simbólica del rito de Emulación y de los ritos del Arco Real. Si bien la Gran Logia Unida de Inglaterra los modificó después del escándalo suscitado por las obras de Stephen Knight “The Broterhood” y “Jack the Ripper: the final solution” donde se revelaban datos de ocultos manejos en la policía y la corona británica en relación con la masonería, se acierta editando los rituales utilizados hasta hace bien poco –que se sepa- porque dan cuenta de la esencia última de esa masonería considerada como más “suave”.



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