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Manuel Aznar, hispanista

por Jesús Tanco Lerga

Su polifacética vida como periodista, diplomático y publicista destaca en el panorama del periodismo y de la cultura española del siglo XX. Dentro de sus líneas de actuación como embajador y como escritor en periódicos, fue la de un firme defensor de la Hispanidad como comunidad cultural e histórica de las naciones actuales que un día conformaron el llamado imperio español, muchas de ellas situadas a miles de kilómetros de distancia pero que estuvieron en la órbita de la corona española como los territorios peninsulares

La Hispanidad no se entiende sin hispanos de vocación, de carne y hueso, que practiquen o hayan practicado, en su trabajo profesional o en su dedicación intelectual esta actitud y forma de ver la cultura que precisamente, da la comunidad plural pero real, de quienes comparten generalmente al mismo tiempo que una lengua, una cosmovisión, una manera de entender la vida y el devenir de la Historia.

En las previsiones o en los presupuestos quiero dejar claro e papel de Portugal dentro del Hispanismo. Este concepto deriva de Hispania y no de España, nación diferenciada de Portugal. Autores señeros como Antonio Sardinha (1888-1925), autor de La alianza Peninsular, escrita en Oporto en 1924, abre un paralelismo entre la obra de España y la de Portugal en su proyección Ultramarina. Cuando Portugal y Brasil se unen a la familia de pueblos hispanos, se habla de Iberoamérica, pero conceptualmente en Sardinha y muchos autores de su escuela, la Hispanidad incluye también a la nación lusa. Quiero presentarles ante todo, al personaje.

A manera de resumen de su dilatada vida profesional diremos de él que fue hijo y nieto de funcionario municipal, la familia de Manuel Aznar es representativa de las de clase media que abundan en la región navarra.

El comienzo de su carrera profesional es en Pamplona, año 1912, en el periódico integrista muy relacionado con las instancias eclesiásticas, La Tradición Navarra  en el que realiza un periodismo ágil y culto en crónicas deportivas, comentarios sociales, crítica política, actividades literarias, musicales y conmemorativas del año en que Navarra celebró especialmente el VII centenario de las Navas de Tolosa.

Desde su primer artículo en el mismo periódico el día 2 de julio de 1910 hasta el último, en  La Vanguardia  el día del Pilar de 1975, cuatro semanas antes de su muerte, destacan algunos rasgos en su extensa obra periodística: el gusto por las biografías sobre todo en artículos necrológicos; la facilidad para narrar crónicas temporales en perspectiva como los resúmenes de acontecimientos relevantes que escribía anualmente; la facilidad con que relacionaba aspectos relativos a diferentes épocas con la actualidad que le tocó vivir; su interés por el periodismo militar y las relaciones y conflictos internacionales, en especial por el mundo árabe e Iberoamérica; la finura en exponer sus convicciones religiosas y patrióticas, sin herir o depreciar a quienes eran distintos; la aversión a las polémicas y controversias, etc.

Tentado por proposiciones económicas mejores, acepta pertenecer en 1913 a la redacción fundacional del primer diario nacionalista vasco, Euzkadi, en el que destaca sobre todo por las crónicas y comentarios militares con motivo de la Gran Guerra que firmó con el seudónimo Gudalgai. Sin estar ajeno en los cuatro años (1913-1917) al periodismo militante que representaba Euzkadi y en el que volcó su amor por los ideales católicos y por el País Vasco, los escenarios internacionales de la misma guerra y el contacto con intelectuales de primera talla, le hacen ver un nuevo periodismo y sobre todo, ampliar sus horizontes intelectuales tras conocer además al filósofo Ortega y Gasset y al empresario Nicolás Mª de Urgoiti. Desde 1916 colabora en la preparación de un periódico innovador y tras un intento de relanzar El Imparcial, trabaja de lleno en poner en marcha El Sol, uno de los mejores periódicos de la historia del periodismo español, en el que incorporará como secretario del consejo en su aparición en 1917 y un año después, como director, al suceder a Félix Lorenzo, quien a su vez, le volvería a sustituir en 1922 y le cedería el puesto en un cambio accionarial en los albores de la República en 1931.

Las tensiones políticas propias de las dos primeras décadas del siglo XX afectan especialmente a El Sol, empeñado en mantener una línea liberal reformista, independiente de los gobiernos de turno, sin renunciar a valores patrióticos como el defender la presencia del ejército español en la incomprendida guerra de Marruecos. Desde la dirección de El Sol lucha a brazo partido por la supervivencia del periódico muy afectado por la real orden de Dato en 1920 sobre reajuste de precios y dimensiones de periódicos, que condicionó en la mayoría de ellos su adscripción editorial. Para apoyar a la empresa de Urgoiti funda el vespertino La Voz, en la misma onda que el periódico insignia, la agencia Febus o el semanario Nuevo Mundo. Las divergencias con Urgoiti ocasionan el abandono de El Sol e intenta, sin éxito, poner en el mercado un periódico relevante, La Opinión. Buscando nuevos aires profesionales y políticos, intenta modernizar el periodismo cubano proclive a la comprensión sobre el papel de España en América y el también cuestionado, en Marruecos. Es director de El País, director técnico de Diario de la Marina, el periódico de los Rivero, director después de Excelsior que se fusiona con El País. Es buscado in extremis en 1931 para reconducir El Sol  a las tesis monárquicas tras un cambio en el accionariado del periódico.

Enterado del cambio de Régimen en la travesía, intenta sacar un periódico conciliador, de altura cultural y centrista en lo político dando cabida en sus páginas a colaboradores de un amplio espectro ideológico. Fracasa en su intento de integrar, en torno al periódico, a Manuel Azaña, como republicano capaz de reconducir los desmanes y Ortega y Gasset como pensador influyente en aras de una República con autoridad y respetuosa con la tradición religiosa del pueblo español. En 1933 abandona El Sol y colabora en distintas actividades empresariales y periodísticas, destacando en Heraldo de Aragón sus crónicas nacionales. Precipitados los acontecimientos sociales y políticos, se relaciona con José Antonio Primo de Rivera y además milita en el partido republicano conservador de Miguel Maura. Precisamente es en la formación centrista de Portela en la que participa precipitadamente en las elecciones de febrero de 1936 por Albacete sin obtener acta de diputado.

Después del 18 de julio de 1936 y encarcelado en una cheka madrileña, logra pasar a zona nacional en la que también es denunciado y expulsado. Una vez superado el trance, se instala en Zaragoza donde todavía en plena guerra, escribe crónicas y comentarios bélicos de gran relieve en Heraldo de Aragón. Al final de la guerra dirige El Diario VascoLa Vanguardia, rotativo que volvería a encabezar en 1960 y donde escribiría sus últimas colaboraciones en los años setenta con un fino estilo periodístico y con gran habilidad lingüística y conceptual. Fundó la revista Semana, colaboró en Arriba y Blanco y Negro

La vida profesional de Manuel Aznar es una simbiosis entre información y diplomacia. Fue diplomático tras la guerra, primero como agregado en la Francia invadida de 1944, luego como colaborador del embajador Lequerica en Estados Unidos y ante la ONUpara colaborar en la normalización de relaciones de España con la comunidad internacional. Nombrado embajador en Santo Domingo (1948-1951) y Buenos Aires (1952-1955), regresa a España para presidir la Asociación de la Prensa de Madrid y la Federación de Asociaciones y vincularse a la agencia EFE de la que sería director y presidente. Tras la breve pero intensa dirección de La Vanguardia (1960-1962), vuelve a la diplomacia como embajador en Rabat (1963-1964), para culminar su carrera como representante permanente en las Naciones Unidas desde 1964 a 1967 en que renuncia ante el ministro Castiella por razones de salud.

Durante su vida desarrolló una intensa labor de publicista con la pluma y la palabra. Dotado de dotes oratorias singulares, ofreció numerosas conferencias y disertaciones a públicos dispares. Su obra editorial también es considerable, aunque como periodista, hay que encontrar en las hemerotecas sus trabajos apenas recopilados y publicados posteriormente. Tuvo una inclinación especial por las naciones hispanoamericanas ultramarinas, así como una visión europea del continente habiéndose decantado como aliadófilo en la primera contienda mundial y ardiente defensor de la causa árabe en los escenarios internacionales. También adoptó posturas claras acerca del papel civilizador de la Iglesia Católica y su papel conformador de Occidente.

Obtuvo en su vida premios, distinciones y homenajes a su doble labor de periodista y diplomático. Entre ellos, los premios Mariano de Cavia, Luca de Tena y Francisco Franco. Fue incomprendido y controvertido por muchos al observar en él adaptaciones a situaciones políticas cambiantes; a pesar de su relativa amistad con Franco, no fue nombrado ministro en su régimen y con un sentimiento español profundo, apostó por la reforma y apertura en los años setenta. Un nieto suyo ocuparía dos décadas después de su muerte, la presidencia del Gobierno (2).

La presencia de España en África

Después de haber sido corresponsal de guerra en los frentes de la Gran Guerra, Aznar, especialista en información militar, se desplaza al protectorado español de Marruecos para escribir en el periódico El sol, crónicas de una guerra que a partir de junio de 192i, después del famoso Desastre, dividiría a los españoles que tenían diversas ópticas acerca de la presencia de nuestras tropas en el norte de África. Además de crónicas de El Tebib –Víctor Ruiz Albéniz- o de Ramiro de Maeztu, el intelectual y también gran hispanista, el dos de diciembre de 1921 escribe Aznar estas frases bien elocuentes:

"Pobres de nosotros, si a los soldados que acompañan a los comerciantes, los industriales, los capitalistas, los hombres de negocios. ¡Pobres de nosotros, porque si no lo hacemos así, no por eso dejarán de ir esos hombres de negocios, esos capitalistas, esos comerciantes al RIF, sólo que serán franceses o ingleses o alemanes! ¡Ah! Pero los soldados, los que viertan su sangre, serán siempre españoles” (3)

Aznar quiere justificar la presencia de España en Marruecos por exigencias de la comunidad internacional, más allá de los intereses económicos. En el mismo artículo, dice que España aspira a dos cosas: “lograr que los capitales españoles sigan interviniendo en los negocios marroquíes, y que no vaya al soldado la falsa, la envenenadora, la injustísima idea de que combate y muere por salvar los intereses de un puñado de mineros codiciosos” La presencia de España en África en varios espacios como los territorios de Guinea, Fernando Poo y Río Muni, anteriormente, como plaza fuerte que pasó de Portugal, en Ceuta, el encargo de actuación en el Sahara, suscitó a lo largo de la Historia Contemporánea muchas interpretaciones. Con una España volcada hacia América, sin olvidar la presencia en el Extremo Oriente en Filipinas, África tan cercana geográficamente hablando, tuvo para España siempre un carácter de misión civilizadora en la que estuvo más por imperativos de la comunidad internacional que por deseo propio.

El Instituto de Estudios Africanos, en el seno del consejo Superior de Investigaciones Científicas, realizó en su momento un importante papel intelectual al respecto (4)

En el periodismo cubano.

A partir de 1923, Manuel Aznar emprende una nueva andadura profesional, abandonando las tareas en El Sol para trasladarse con su familia a la Gran antilla, la isla de Cuba, tan sólo veinticinco años de su separación de España. Empieza en la dirección de El País periódico liberal, una serie de artículos que quieren favorecer la elación cultural entre España y Cuba, bajo el epígrafe de La España de hoy que daría título a uno de sus libros recopilatorios de trabajos periodísticos (5).

Es en 1926 cuando salta al Diario de la Marina un buque insignia del periodismo cubano, propiedad de la familia de los Rivero, que contrata como director técnico al periodista español cuya proyección profesional y social iba en aumento conforme avanzaba está década de los Veinte (6) Quiso también montar una potente delegación del periódico cubano en Madrid e instalar una emisora de radio de la empresa que sirviera de enlace entre el mundo informativo de ambas orillas del Atlántico. Quiso además relanzar las relaciones económicas y también políticas, intentando unir más a los primeros mandatarios de los dos países. Gerardo Machado en cuba y Miguel Primo de Rivera en España. A este último visita Aznar en septiembre de 1926 para exponerle sus planes de acercamiento mutuo.

Por la sección del mismo nombre –La España de hoy- desfilan personajes y acontecimientos de gran interés para el público lector; además, Aznar consigue colaboraciones de prestigiosos escritores españoles de la época, haciendo un periodismo plural con personajes distantes en la política como era el caso de Marcelino Domingo, José Mª Salaverría, Fabián Vidal o Juan de la Encina. Las sociedades españolas como el Casino Español, el Centro Asturiano de La Habana, el Centro Andaluz el Gallego o el Castellano ocupan espacios generosos en el diario, como popularmente se llamaba al periódico de los Rivero.

No sólo los acontecimientos políticos tienen cabida en la pluma de Aznar. Ocupa mucho espacio de su cometido, el tema cultural como la música de Guridi o la pintura de Zuloaga. El vuelo del Plus Ultra, primero de los trasatlánticos, realizado en 1926 por los aviadores Franco (7), Ruiz de Alda (8), el marino Durán y el mecánico navarro Pablo Rada, así como la Exposición Iberoamericana, o cualquier relación hispano cubana, era ocasión aprovechada por Aznar para reflejarla en Diario de la Marina .

Después de una época fecunda en el Diario, Aznar funda un periódico: Excelsior que acabará fusionándolo, fuera de la órbita de los Rivero, con El País su primer rotativo al llegar a América. Los problemas de Machado con un tercer mandato presidencial forzado al margen de la constitución, las turbulencias políticas que en España se producían después de haber sido apartado por el Rey Primo de Rivera y sustituido éste por Berenguer, para intentar hacer una salida viable a la excepcional Dictadura, fuerzan a Aznar a tomar una decisión: volvería a España a intentar poner al servicio de la monarquía el periódico que con Urgoiti y Ortega había puesto en marcha en 1917 y que en los últimos años era el adalid intelectual de la causa republicana. Con un cambio de actitud en el accionariado de la empresa, hay un viraje brusco en el periódico y José Félix de Lequerica, artífice de la operación monárquica en el gran periódico liberal, llama a Aznar para que regrese inmediatamente de Cuba a Madrid. Era el mes de marzo de 1931.

En la España convulsa de la II República y Guerra Civil.

En el barco que lo traía a España se entera de la implantación de la república en España pero no por eso cambia el plan de tomar el timón de  El Sol.  Procura reemplazar a los que tras el cambio de accionariado y orientación se han marchado del rotativo con primeros espadas de la altura de Unamuno, Valle Inclán, Mourlane Michelena que con una inteligente política de conjuntar voluntades como Azaña, Ortega y otras figuras políticas e intelectuales, claves en un régimen que quería institucionalizarse. Fracasa en el intento y tras una operación económica y política, tiene que abandonar el periódico. Trabaja sin embargo en otras empresas periodísticas y según Azaña, aspira el periodista navarro a una embajada en un país hispanoamericano. No consigue su propósito y es profético en el enfrentamiento que se va gestando en la España de la primera mitad de los años treinta.

Aznar intenta una conexión entre el mundo oficial, con tentaciones sectarias y totalitarias, y la Iglesia. Entre los intelectuales dados a un idealismo republicano y los políticos que querían transformar radicalmente los fundamentos constitucionales, entre el mundo de la prensa y el mundo de la sociedad. La experiencia cubana le ha marcado y desea que España, buque insignia de la Hispanidad, siga por las rutas de la sensatez política. Para ello, fracasada su acción moderadora, intenta obtener como otros muchos periodistas, un escaño en las Cortes españolas de 1936 (9), en las que con fraudes electorales palpables, vence el Frente Popular. Después de superar la difícil prueba de ser fusilado en las dos zonas de la contienda, con tres hijos en el frente y combatientes nacionales (10), se instala en Francia donde empieza una labor de difundir ante los ambientes hispánicos y católicos la realidad de lo que está pasando en España. A partir del verano de 1937, ya desde España la pluma combatiente de Aznar, en los frentes de batalla y en las redacciones periodísticas del Heraldo de Aragón, El Diario Vasco y  La Vanguardia procurará trascender las fronteras e impactar en el mundo hispánico donde según los países predominaba una percepción más o menos favorable a la España alzada. Las legaciones diplomáticas de los países hermanos de allende los mares salvaron muchas vidas. Entre los españoles ilustres que se acogieron al refugio de una de ellas se encuentra san Josemaría, fundador de nuestra Universidad, que por un tiempo estuvo en la representación diplomática de Honduras en Madrid.

La amarga experiencia que tuvo en la Guerra marcó a Aznar como a tantos españoles de su generación. Quiso después de haber finalizado, salir de España y servir a su país con el servicio diplomático.

La difícil inserción de España en el ámbito internacional

Como sabemos, España, neutral en las dos grandes contiendas nacionales, aparecía al comienzo de la segunda de ella, en 1939, como una nación que necesitaba reconstruirse espiritual y materialmente. Aznar, de la mano del embajador Lequerica (11), estuvo en el servicio exterior, primero en 1940 como agregado de Prensa en la embajada en París, después en Washington  como ministro plenipotenciario y en y Nueva York, como miembro del equipo español que quería hacerse presente en la embrionaria organización de Naciones Unidas  al filo de la paz universal y  preparar así  la integración de España en los organismos internacionales.

En 1941 figura en el equipo que fundó el Consejo de la Hispanidad, con un amigo suyo, Manuel Halcón, en la presidencia. Seintentaba fomentar las relaciones con los países del ámbito hispánico, en los que la emigración política de los vencidos tenía influencia. Sin abandonar este campo de procurar la progresiva vuelta de los que pudieran hacerlo, Aznar dedica su esfuerzo a trabajar en el campo de la cultura y de la propaganda. De esta época es, por ejemplo, la realización de la película Raza bajo la dirección de José Luis Sáenz de Heredia y guión supervisado al menos, por el propio Franco, que aparece con el seudónimo de Jaime de Andrade . Especial mención tiene en estos años, el tratamiento informativo de la guerra en Filipinas, parte de la Hispanidad, que tras su liberación del dominio japonés, firmaría en 1946 un tratado de cooperación con España, muy necesario para las dos naciones, y especialmente para España que se las veía y deseaba para ostentar un papel relevante en el concierto de la política internacional.

El carácter de aliadófilo que tuvo siempre Aznar, desde sus crónicas de guerra en la Primera Gran Guerra, hasta sus simpatías hacia la Francia siempre cercana a su corazón, fueron muy bien aprovechadas por la incipiente diplomacia del nuevo régimen español, sometido, como se sabe, a un bloqueo físico y diplomático a partir de 1945. El 10 de enero de 1946 quedaba constituida la Asamblea General de la ONU y el 13 de diciembre de ese año, una resolución de la misma recomendaba la retirada de las misiones diplomáticas de Madrid. La propuesta tuvo 34 votos a favor de la retirada, 13 abstenciones, y votaron en contra de la misma Argentina, Costa Rica, República Dominicana, Ecuador, El Salvador y Perú. Estas naciones, junto a Portugal, van a constituir el núcleo de hermandad en el que se va a apoyar España para salir del atolladero, difícil situación de una reconstrucción interior, y de un bloqueo exterior sin precedentes. No disimuló nunca su simpatía por el mundo árabe de cuyo conocimiento siempre hizo gala, y procuró la comprensión mutua entre lo hispánico y el mundo del Islam, bien es cierto que la problemática del mismo distaba mucho de los tres cuartos del siglo XX en los que trabajó y escribió Aznar a la del momento actual,

Embajador en Santo Domingo

El 7 de abril de 1948 Aznar tomó posesión de su puesto de embajador en Ciudad Trujillo, capital de Santo Domingo, y desde el cual influyó notablemente en la justificación de la Hispanidad como comunidad de pueblos, y en la necesidad de mantener unas relaciones fluidas con España. Tengamos en cuenta la labor que en sentido contrario hacían las naciones también hermanas pero que contaban como en Méjico con el activismo de los exiliados políticos que exigían una actitud hostil hacia España, con el Gobierno de la República en el exilio, la propaganda ejercida por políticos como Indalecio Prieto, y el apoyo de grupos internacionales de corte marxista que también se sumaban a las campañas antihispanas. Para complicar más las cosas, desde una parte del exilio se pidió a don Juan, hijo y heredero de Alfonso XIII que encabezase una operación política de alto calado para dotar a España de una constitución y una monarquía que si el pueblo la votaba, sustituiría al Caudillo al frente del Estado. Franco actuó de inmediato, descartó de la línea de sucesión a don Juan que se había prestado a la operación, para pasar el relevo a don Juan Carlos con la exigencia inexcusable de ser educado en los principios del Movimiento Nacional del 18 de Julio.

Aznar no se limitó en Santo Domingo a las relaciones meramente protocolarias sino que desplegó también una campaña de relaciones públicas y de publicidad del papel de España y de la Hispanidad en el Mundo. En uno de los viajes a Madrid, el embajador Aznar comenta a un periodista cómo había viajado tras la toma de posesión del presidente hondureño a Panamá, Nicaragua, El Salvador y Venezuela y señaló que el efecto mayor que le había producido la gira fue “la autenticidad con que se conserva en esas naciones la emoción de lo español; si alguna vez decayó tal emoción en tiempos anteriores, la culpa fue nuestra y no de ellos” Para Manuel Aznar había habido en tiempos pretéritos una mala diplomacia española ante América, pues “ la política española incurrió en pecados de pereza y abandono, y esa desidia culpable se está rectificando actualmente con resultados espléndidos”. Aznar impulsó el desarrollo del Instituto de Cultura Hispánica que estuvo dirigido entre otros por Gregorio Marañón Moya, hijo del médico intelectual, también favoreció la política cultural del envío de libros en una y otra dirección del Atlántico, y organizó en 1950 demostraciones de Coros y Danzas del folklore español, bajo la organización de la Sección Femenina,  por el continente americano. Su labor de publicista incansable le llevó a dar conferencias a alto nivel sobre la Isla de la Tortuga y otras islas que fueron utilizadas por los corsarios enemigos de España para sabotear las relaciones mercantiles con la Península. En otra de sus disertaciones habla del concilio de Trento como obra intelectual de teólogos españoles de un lado y de otro del mar, haciendo gala de su gran cultura en Historia de la Iglesia, fruto quizá también de su estancia en los grados de Filosofía y Teología en el Seminario.

En Buenos Aires

En diciembre de 1951 fue nombrado Aznar embajador en Buenos Aires, plaza en la que se requería un especial tacto, después de algunos incidentes diplomáticos que pusieron en solfa, las buenas relaciones entre Franco y Perón. El 3 de abril de 1952 presentó sus cartas credenciales a un Perón, que sin la ayuda carismática de Evita, tenía ciertas susceptibilidades por comportamientos que no había entendido del embajador saliente, José Mª de Areilza(12).  Su actitud ante el nuevo destino queda reflejada en estas palabras que publicó la revista  Semana , por él fundada: “Otra vez me encamino hacia tierras y hombres de América en la actitud natural y familiar, sencilla y espontánea, que me parece propia de las relaciones entre los pueblos de la estirpe hispánica. En esta ocasión cumpliré la misión de reiterar ante uno de los pueblos más vitales y hermosos del planeta –la República Argentina-nuestra ilusión por la común tarea” (13).

Pone en marcha el periodista embajador una red de informadores y periodistas que desde Buenos Aires impregnan periódicos de contenidos españoles, dedicando muchas horas a la relación personal con ellos y a las tertulias oficiosas en la embajada. Gustabarepetir, “un diplomático sin información, nada” Resume así un día tipo al frente de la embajada: “Me levanto a las ocho. Comienzo a dictar en el despacho privado a las nueve, poco tiempo, hasta las diez y media o cosa así. A esa hora bajo al despacho oficial y estudio algún asunto pendiente o empiezo a recibir visitas. Allí estoy hasta la una, que almuerzo. Después casi invariablemente, paseo un par de horas a pie por la ciudad, siempre por la calle Florida, que es como un viejo río norteño que me ayuda muy bien a conocer Buenos Aires. Voy deteniéndome y entrando en librerías y tiendas de anticuarios. A las cuatro, vuelvo a despacho y trabajo hasta las ocho y media. Entonces, casi invariablemente, hay que vestirse para asistir a alguna comida. Cuando llega el domingo hay que presidir casi siempre un banquete de paella obligada, un banquete de españoles. La colonia española es enorme. Un millón aproximadamente. Allí no se llama colonia, sino colectividad española” (14).

El 12 de octubre, fecha emblemática a ambos lados del Atlántico, es bien aprovechada para la diplomacia española en América, especialmente en la nación amiga de Argentina. Una revista bien querida para él, resumía así su importancia: “ la conmemoración del día de la Hispanidad –se leía en Semana- ha tenido este año (1953) en la Argentina un éxito resonante nunca alcanzado hasta ahora. Los diversos actos de tipo cultural, histórico y social, organizados con la intervención personal de nuestro embajador Manuel Aznar, que se vieron realzados por las más relevantes personalidades argentinas, culminaron con un desfile de carrozas alegóricas, que representaban a las diversas provincias españolas” (15). 

En su labor de conferenciante habla, con la facilidad que le era proverbial,  por ejemplo del libro español de la mano del escritor Enrique Larreta. Impulsó cuanto pudo  la celebración de banquetes, conciertos, concursos,  desfiles y actos de relieve en relación con la colectividad española. En el terreno académico fue investido Doctor Honoris Causa por la Universidad oficial de Córdoba, en junio de 1954, en la primera ocasión que el centro superior de esta ciudad serrana lo otorgaba..

  A finales de 1954 cesa en su misión diplomática en Argentina para ocupar puestos en el mundo de la Información, que aunque no le llevaron al puesto por muchos anunciado, de ministro de Información y Turismo, le hicieron tener gran influencia: por ejemplo el ser director y presidente de la agencia EFE, ser presidente electo de la Asociación de la Prensa de Madrid y de la Federación española de Asociaciones de la Prensa, además de colaborar en medios tan prestigiosos como Blanco y Negro o La Vanguardia Española de la que volvería a ser director en 1960. No se desvinculó, ni mucho menos, de la actividad diplomática, puesto que siguió colaborando con el ministerio de Exteriores, ostentado por ministros de la órbita de la Asociación Católica de Propagandistas, Alberto Martín-Artajo (16) y Fernando Mª Castiella (17).

En las Naciones Unidas

Aznar  fue nombrado tras el ingreso efectivo de España en la ONU miembro de la representación española y posteriormente, embajador permanente ante la Asamblea de las Naciones Unidas. Es desde su tribuna de orador, o en viajes oficiales, donde marca sus líneas acerca de la Hispanidad. “España -indicaba en un discurso referido a la política de segregación en Sudáfrica-, sigue en sus relaciones raciales una política conforme a los preceptos del Evangelio”

Sobre la mezcla de la Religión y la política escribe el 10 de enero de 1959 un artículo sobre la revolución cubana titulado “Cuba: lecciones de una derrota” En él destaca cómo Fidel Castro aparece “ardiente la mirada, el ademán resuelto, en alto el fusil, abierta sobre el pecho la camisola del soldado, y pendiente del cuello una cadenita con una medalla ¿Acaso Nuestra Señora de la Caridad del Cobre? Quizá la Virgen de Regla?” Advierta Aznar de la seriedad del cambio que se observa en Cuba y haciendo hincapié en la responsabilidad de Castro insinúa que “Los agentes del internacionalismo marxista habrán iniciado ya, seguramente, las sutiles maniobras de contacto y de toma de posiciones previas al gran asalto, como acontece en las guerras. La mayoría del país tiene la sensación de haber sido liberada de una pesadilla, y será estrechísimo deber de Fidel Castro evitar que caiga en otra más siniestra y más difícil de disipar” (18). Participa en varias tomas de posesión de presidentes hispanoamericanos como la de Betancourt en Venezuela en 1959, José Mª Velasco Ibarra en Ecuador, Rafael Caldera en Venezuela o Alfredo Stroessner en Paraguay en 1968, visitas a Belaunde Terry presidente peruano en el mismo año, o en actos conmemorativos posteriores como el de la batalla de Boyacá. Ante el presidente de Colombia, Lleras Restrepo dijo en torno solemne en el sesquincentenario de la famosa batalla: “Lo que a los españoles nos importa es el caudal de fe, amor y esperanza que de las entrañas de esta tierra, como de un hontanar, brotó para siempre. Ese caudales llama Colombia” En 1968 acudió también a Bogotá al frente de la delegación española que saludaría al papa Pablo VI que visitó Colombia con motivo del congreso Internacional eucarístico y habló de su encíclica social Populorum Progressio

En 1963, compatibilizando sus responsabilidades de representante en la delegación de la ONU, es designado embajador en Rabat, extendiendo así sus ansias hispanizadotas en un territorio que poco a poco iba adoptando la figura de un estado moderno, de la mano del sultán, titulado rey Mohamed V. Aznar supo sortear los problemas de soberanía que representaban el Sahara e Ifni, sin que en aquella época se planease ninguna reivindicación sobre las ciudades de Ceuta y Melilla. Ya en 1964 como embajador representante de España en la ONU emprende, siguiendo instrucciones de Castiella, ministro de Exteriores, una campaña para pedir la revisión de la soberanía de Gibraltar. Los esfuerzos fueron impresionantes pero la diplomacia británica bien auxiliada por el mundo anglosajón consiguió aguantarla. En 1965 recibe la ONU la visita histórica el Papa Pablo VI a la asamblea de Naciones Unidas y que causa especial impacto en Aznar. Coincidiendo con la Feria Mundial de ese año en Nueva York invita, como era costumbre anual, el 12 de octubre a todos los embajadores hispanoamericanos a una comida fraternal. Habla a los postres Aznar de la cultura hispana en Estados Unidos, en estos términos:

“ Al pasado de este país –USA- nos unen ciudades, misiones y caminos que hasta hace pocos años parecían que habían salido de la nada; tanto era el olvido, pese a que, desde las costas de Florida hasta las bahías de California, las huellas de capitanes, de frailes y aventureros geniales van señalando la presencia viva del desvelo hispánico; en Gelveston, Pensácola, Nueva Orleans, en la profunda majestad del gran río que acogió a Hernando Soto bajo sus aguas; en Tejas, Colorado y Arizona; en California y Nuevo Méjico, a los pies de Sierra Nevada, como la granadina, de de los Montes de la Sangre de Cristo, para coronarse de belleza en la constelación de santidades que salen a recibirnos por San Francisco, Sacramento, Los Ángeles, San Bernardino, san diego, Monterrey, El Carmelo, Santa Fe, san Bernardo, San José, santa Clara, Santa Bárbara y cien más, sin contar los elementos civiles desde Alburquerque hasta el norte de Cabo Blanco” (19).

En la primera Asamblea General que hay delegación completa y de alto rango de España es en la XI Asamblea, con un equipo bien conjuntado dirigido por el ministro Martín-Artajo, asistido por Lequerica, Aznar, el embajador Juan Pablo Lojendio y Jaime Piniés que estaría al frente de la delegación después del mandato de Aznar.

Recta final de su vida

En 1969, en la ciudad de Barcelona, en una conferencia del Instituto de Cultura Hispánica en la Cámara de Comercio, iba a proponer la unión económica hispanoamericana: “la integración iberoamericana –decía Aznar- pertenece a los problemas extraordinarios y nadie se sorprende de que el avance sea forzosamente lento. Que nadie se descorazone, y todos deben sentirse estimulados para lograr la solución de cada momento, porque a fuerza de entenderse en lo secundario se irán creando las condiciones propias para el concierto en lo importante y decisivo”.

Aznar desde planteamientos espirituales o los más pragmáticos económicos quiso unir al mundo hispánico. Empezando claro, por la cohesión interior de España y el profundizar en los pensadores y escritores clásicos de la cultura española como Balmes, Menéndez Pelayo, Maeztu y Ortega. Es un ejemplo más de un hispanista que donde quiera que tuvo ocasión preconizó la realidad de los pueblos que unidos por el corazón y la historia, desean fortalecer sus relaciones y aunar voluntades: hacer cosas juntos, sentirse miembros de esta gran familia de naciones que hablan el mismo idioma, siguiendo aquel párrafo de Unamuno: “La lengua es la sangre de mis venas; mi patria, allá donde resuena”

Murió Aznar en noviembre de 1975 dejando una extensa obra en periódicos, libros y sobre todo, en actuaciones públicas. Sus amenas conversaciones con colegas y amigos, su asistencia a banquetes, tertulias y encuentros informales, sus partes e informaciones que se encuentran en los Archivos, fueron exponente claro de su labor de hispanista militante. Sobre esta faceta he querido poner mi modesta aportación, volviendo al planteamiento de que necesitamos encarnar en personas, el hisanismo que todos queremos que no sólo se mantenga sino que en todo el mundo, no es un concepto geográfico, se extienda y se comprenda mejor. Desde la Universidad hay una buena perspectiva para ello.

·- ·-· -······-·
Jesús Tanco Lerga

Notas

1.-  Bibliografía básica  sobre Manuel Aznar. Del mismo autor, “Manuel Aznar. Periodista y diplomático” Editorial Planeta. Barcelona, 2004; 501 pp.

Obras de Manuel Aznar Zubigaray:

-         “La España de Hoy” Librería e Imprenta La Nueva Poesía. La Habana, 1926.(Recopilación de artículos de El País de La Habana)

-         “Así fue la II Guerra Mundial ”Ed. Rezoli-Noguer. Barcelona, 1972. Introducción-Prólogo de Manuel Aznar.

-         “Historia de la II Guerra Mundial” Ediciones Idea. Madrid, 1941 y ss. Tomo I :“Antecedentes diplomáticos y declaración de guerra” Madrid,1941. Tomo IV:”La batalla de Francia y el Armisticio.1940” Madrid, 1943.

-         “Política de Inglaterra y España”-Sucesores de Ribadeneyra. Madrid, 1940 (Recopilación de seis artículos).

-         “El Alcázar no se rinde” Madrid, 1957; 201 pp.

-         “La Radiotelevisión y la guerra” Escuela Oficial de Radio. Madrid, 1971; 31 pp. (Conferencia publicada sobre el tema)

-         “El pensamiento de Balmes en el mundo actual”. Ayuntamiento de Vic, 1968.

-         “Las Naciones Unidas, la guerra fría y la seguridad” CESEDEN. Madrid, 1969.

-         “Un joven de 1915 ante José Ortega y Gasset”. Ediciones Cultura Hispánica, 1971; 18 pp.

-         “Franco” Prensa Española. Madrid, 1975.

2.- Academia de la Historia. Diccionario Biográfico Español. Voz del autor sobre Manuel Aznar Zubigaray.

3.-El Sol, 2-XI-1921.

4.-Vid. Por ejemplo, Ángel Flores Morales: África a través del Pensamiento Español Instituto de Estudios Africanos, 1949; 223 pgs. Prólogo de José Díaz Villegas.

5.- “La España de Hoy” Librería e Imprenta La Nueva Poesía. La Habana, 1926

6.- Al frente del periódico se encontraba en esta época José Ignacio (Pepín) Rivero (1895-1944), que había sucedido en1919 a su padre Nicolás Mª Rivero.. El origen del periódico se remonta a 1832.

7.- Ramón Franco Bahamonde, hermano de Francisco, nació en El Ferrol en 1896 y murió en acción de guerra en 1938. Audaz aviador, tuvo simpatías republicanas notables a diferencia de su hermano, con el que se alineó en la contienda española.

8.- Julio Ruiz de Alda, oficial del Ejército, nacido en Estella en 1897, fue con José Antonio, uno de los fundadores de Falange Española. Murió fusilado en en la Cárcel Modelo de Madrid, el 20 de agosto de 1936.

9.- Fue candidato por la provincia de Albacete dentro de un partido centrista que encabezaba el presidente del consejo de ministros, el gallego Manuel Portela Valladares.

10.- Se trata de sus hijos varones Manuel, Javier y José María. Éste se escapó al frente con sólo 14 años y luego continuaría la carrera militar. Murió en accidente de aviación como oficial de instrucción de vuelo de la Academia del Aire.

11.- José Félix de Lequerica y Erquiza (1891-1963) fue diputado en el congreso desde 1916 a 1923, en los asientos simpatizantes de Antonio Maura. Fue subsecretario efímero de Presidencia en 1920, y de Economía Nacional en 1930. Sucedió a José Mª de Areilza como alcalde de Bilbao en 1938, para ser nombrado después embajador en París en 1939 hasta 1944. Ministro de Exteriores dos años, fue el primer embajador en Estados Unidos tras el reestablecimiento de relaciones y también en la delegación permanente de Naciones Unidas a cuyo frente le sucedió Aznar.

12.- José Mª de Areilza, conde de Motrico (1909-1998), tuvo una dilata vida política que comenzó con su militancia en las JONS. Primer alcalde del Bilbao tras el cambio de adscripción en junio de 1937 a la zona nacional, fue nombrado embajador de España en Argentina en 1947, para suceder a Lequerica en Estados Unidos con el mismo rango. Fue también embajador en París de 1960 a 1964, y ministro DE Asuntos Exteriores en la monarquía de Juan Carlos I entre 1975 a 1976. Diputado en el congreso en 1979 por Coalición Democrática de centro derecha, para ser presidente después de la Asambleaparlamentaria del consejo de Europa (1981-1982). Próximo a los postulados de don Juan de Borbón, vio frustradas sus aspiraciones de liderar el centro reformista español en cuya tarea estuvo acompañado de Manuel Fraga.

13.- Revista Semana  11-XI-1952.

14. Declaraciones a César González ruano en Arriba, 7-II-1954.

15.- Homenaje a España en Buenos Aires Semana, 227-X-1951.

16.- Alberto Martín-Artajo (1906-1979) fue director de El Debate desde 1931 a 1936 y secretario general del consejo de Estado desde 1940 a 1945. Ministro de Asuntos Exteriores, entre 1945 y 1957, negoció con gran habilidad en 1953 los acuerdos con los Estados Unidos y el concordato con la santa Sede, ambos instrumentos fundamentales para la inserción española en los organismos supranacional y la normalización de las relaciones con la comunidad internacional.

17.-  Fernando María Castiella y Maíz ( 1907-1976), fue director del Instituto de Estudios Políticos (1942-1948), cargo que compatibilizó con su cátedra universitaria en Madrid. Nombrado primero embajador en Lima, lo fue también en la Santa Sede, tras la normalización de relaciones y el consiguiente Concordato. En 1957 sucedió a Martín-Artajo como titular de la cartera de Asuntos Exteriores, cargo que desempeñó hasta 1969. Fue el precursor de las relaciones con la Comunidad Europea que contaba entre sus padres fundadores a católicos fervientes, que cristalizaron en un acertadísimo Acuerdo de Cooperación con el Mercado Común Europeo. Fruto de su permanente preocupación por la recuperación del Peñón de Gibraltar y de otras aspiraciones internacionales, es el libro escrito con Areilza, Reivindicaciones de España (1941), precedente del famoso Libro Rojo sobre Gibraltar, completo memorial presentado en las Naciones Unidas por España en los años Sesenta para conseguir el dominio de la Roca.

18.- Blanco y Negro, 10-I-1959.

19.- Discurso en el Pabellón de España en la Feria de Nueva York, 12-X-1965, recogido ampliamente por la prensa española.


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