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La reforma-trampa de la legislación abortista

por Pablo Sagarra Renedo

Se discute en el tema del aborto un cambio legislativo que trata de una reforma-trampa. No se va a abolir el crimen si no que sólo se va a modificar la Ley para que el crimen sea más restrictivo. Es una mera operación estética, un subterfugio legal –que sí, muy bueno ya que elimina el aborto como un derecho de la madre- que va a dejar las cosas, en la práctica, igual que estaban. Aborto libre de hecho y punto. Esta reforma-trampa es inadmisible. Hay que denunciar la mascarada sangrienta que nos quieren vender. Es la hora de la gran movilización de la sociedad civil.

«El niño no nacido es el más pobre entre los pobres […] el deshecho de nuestra sociedad» (Beata Teresa de Calcuta)

Hace varias décadas Jérôme Lejeune, el gran genetista francés y campeón de la defensa de la vida, decía: «es claro que los hijos de las tinieblas y los hijos de la Viuda están conjurados contra los hijos de los hombres o, más precisamente, contra el Hijo del hombre. Los adversarios de la vida saben que si quieren destruir la civilización cristiana, hay que destruir en primer lugar la familia, hay que destruir lo que tiene de más débil, es decir el niño».

Ese camino destructivo se inició en España once años más tarde, en 1985, al aprobarse aquella tiránica ley que permitía a la madre matar a su hijo en tres supuestos especiales: que el hijo fuera fruto de una violación; que tuviera malformaciones o cuando existiera un peligro para la salud física o psíquica de la madre. En la práctica, como todos recordarán, aquello derivó en un fraude colosal, en la institucionalización del aborto libre: bastaba alegar el tercer supuesto para cargarse al niño por nacer. Veintisiete años después nada ha cambiado salvo que, de un delito despenalizado que era el aborto hemos pasado a un derecho. Una atrocidad inconcebible pero diabólica y jurídicamente cierta: en España las madres tienen derecho a matar a su hijo. El grado de esquizofrenia –asesina- al que hemos llegado impresiona. El Estado permite a las mamás matar a sus hijos pero también ofrece ayuda a las madres embarazadas… ¿Pero qué locura se ha apoderado de nuestra sociedad? Se está matando a millares de seres humanos mediante el aborto quirúrgico: por prostaglandina, minicesárea, dilatación y legrado, aspiración, nacimiento parcial y aplastamiento del feto y por las diversas técnicas químicas: píldoras abortivas anti-implantatarias y la RU-486, además de los embriones destruidos en aplicación de las técnicas de reproducción asistida. Estamos inmersos en la barbarie más abyecta y monstruosa, legalizada y promovida por la autoridad civil y consentida por todos los ciudadanos. España mata a sus propios hijos y lo hace además abiertamente y con dinero público. Es un exterminio perfectamente planificado, como el nazi o el comunista, pero mucho más sangrante; en aquellos estados totalitaritos se mataba a la gente a escondidas en campos de concentración que, legalmente, se dedicaban a reeducar y custodiar a los indeseables o contrarrevolucionarios. Las cámaras de gas o las purgas stalinistas fueron actuaciones alegales, no lo olvidemos.

España se baña en sangre… Hemos llegado al paroxismo de esta demencia homicida que además supone un suicidio demográfico de proporciones apocalípticas. Esta sima poblacional en la que nos estamos hundiendo la vamos a pagar de aquí a unas décadas –si sigue así el ritmo tendremos 3 trabajadores activos por cada 2 jubilados en España cuando ahora la proporción es de 4 a 1-. Una realidad oculta tras el muro de silencio político y mediático.

En la sociedad civil y en los medios de comunicación, con carácter general, el aborto es un asunto ya superado en el que no hay que implicarse. Una vez al año se hacen públicas las cifras de abortos quirúrgicos y poco más. Silencio.

La Iglesia Católica, el episcopado y los fieles, y las grandes plataformas defensoras de la vida y de la familia como el «Foro de la Familia», «Hazte Oír» y «Derecho a vivir», son, hoy por hoy, en mi opinión, las únicas entidades que mantienen con ahínco la lucha por la vida y que tienen capacidad para mover a la población. Sin embargo -es una percepción muy personal y matizable-, se nota en sus actuaciones a nivel público como un cierto halo de que la guerra para conseguir la derogación del crimen del aborto está perdida. Se podrá ganar alguna batalla pero no la guerra; no queda más que convivir con esta «lacra» –algunos la llaman así- del aborto. Estos son los tiempos que nos ha tocado vivir y además hay otros temas muy apremiantes, caso de la educación, donde hay que dar la batalla. No merece la pena jugar la carta de la abolición del aborto con contundencia máxima porque un excesivo ruido puede llevar al traste con los posibles avances que se puedan conseguir.

En concreto, en la cúpula de la Iglesia en España, en el episcopado, estando la teoría muy clara –que el aborto es malo- en la práctica no se pasa más allá de las correspondientes oraciones y de elaborados discursos que –llama la atención- a menudo son pronunciados en abstracto: «nadie puede arrogarse el derecho a matar vidas inocentes; la vida es inviolable; todos tienen derecho a vivir…»; como si el auditorio y la situación descritas se encontrasen en un estadio extraterrestre, y no aquí, en nuestras ciudades. Tanto las oraciones como los discursos son necesarias pero hay que transformarlas en hechos. Los católicos españoles, pastores y pueblo, carecemos de una estrategia global contra el genocidio del aborto. Pareciera que a los obispos silentes e inactivos les corresponde un pueblo fiel adormecido que mira para otro lado salvo contadísimas excepciones que gritan en el desierto.

En relación con el atomizado movimiento pro-vida vaya por delante nuestra felicitación por la labor que hacen en condiciones difíciles, la estrategia práctica, a nuestro entender, también es errática y carece de una acción única, permanente y contundente acorde con la barbarie abortista que se trata de erradicar.

En esta tesitura se anuncia la reforma de la legislación abortista promovida por el nuevo gobierno del Partido Popular. Los ilusos que habíamos alumbrado cierta esperanza pensando que había posibilidades de derogar el aborto hemos quedado defraudados cuando Alberto Ruiz Gallardón, un auténtico buhonero de la política, abrió la boca. Sólo se va reformar la Ley para que las menores aborten con consentimiento de sus padres y para volver a la Ley de 1985 que permitía a las embarazadas matar a sus hijos en determinados supuestos. El titular del ministerio de Justicia, el departamento gubernamental encargado de la administración de justicia y responsable de remover los obstáculos para que el poder judicial desarrolle su labor y la justicia sea real en el sentido clásico del término –esto es, que a cada uno se le conceda lo que es suyo-, Alberto Ruiz Gallardón, tiene la desfachatez de aludir a la Sentencia del Tribunal Constitucional como un apoyo para blandir su reforma despachándose de la siguiente manera: «Lo más progresista que he hecho en mi vida política es defender el derecho a la vida». Su propuesta de reforma es un sarcasmo; más abominable aún es que la camufle con unas orondas manifestaciones a favor de la vida y de la maternidad.

Se trata de una reforma-trampa. No se va a abolir el crimen si no que sólo se va a modificar la Ley para que el crimen sea más restrictivo. Es una mera operación estética, un subterfugio legal –que sí, muy bueno ya que elimina el aborto como un derecho de la madre- que va a dejar las cosas, en la práctica, igual que estaban. Aborto libre de hecho y punto. Esta reforma-trampa es inadmisible. Hay que denunciar la mascarada sangrienta que nos quieren vender. Es la hora de la gran movilización de la sociedad civil.

Comencemos por llamar a las cosas por su nombre: al crimen como crimen, a la hipocresía como hipocresía y al silencio culpable y a la estafa como tales… Y cada uno, desde el puesto que ocupa en la sociedad, entre nuestros compatriotas, debe promover como cuestión prioritaria y eje fundamental de la actividad de los seres humanos en España, una actitud firme ante el aborto, a nivel privado y público. Este movimiento de abolición del aborto enlaza con todos los grandes movimientos de la humanidad que han surgido contra las variables formas de opresión de los débiles. Tiempo atrás hubo que combatir la esclavitud, luego el racismo, las dictaduras, la pena de muerte; ahora toca también abolir la pobreza, las mafias y, por encima de todo, el aborto. Siguiendo la estela de los movimientos pro-derechos civiles que rompieron dogmas inveterados de opresión y discriminación instalados en la sociedad, ha llegado el momento de dar un paso de gigante para derogar pacíficamente la barbarie prenatal cortando el río de sangre que está ahogando a nuestra sociedad; lo demás es secundario.

Solicitamos por ello a las grandes plataformas Pro-Vida; «Foro de la Familia», «Hazte Oir» y «Derecho a Vivir», así como a los obispos, un cambio de planteamiento en la lucha pacífica por la vida. Apelamos a ellos para que, con máxima coherencia y mayor contundencia, acordes con la nefanda situación de indefensión a la que están sujetos los niños por nacer en nuestro país, encaucen el impulso del sano pueblo español que grita: ¡basta ya!; ¡stop al aborto!

Para ello, las plataformas citadas y el episcopado, cada uno en su ámbito, deben explicar, con todos los medios a su alcance y suprema claridad, qué es el crimen del aborto y qué consecuencias tan degradantes tiene para nuestra sociedad. Además, también cada uno en su ámbito, deben promover que los españoles y el pueblo fiel actuemos unidos y con fuerza en pro de la abolición del aborto. No estamos en la Segunda Guerra Mundial cuando muchos hombres de buena voluntad, incluidos sacerdotes y obispos, callaron ante el holocausto nazi porque salir a la calle podía ser muy peligroso y contraproducente. Vivimos en democracia y el silencio y la inactividad sobre este tema ahora son un delito de lesa majestad; no hay que esperar para acabar con el aborto al final de los tiempos. Confiar en que las cosas se vayan a arreglar por si solas, es una actitud tremendamente palurda y a la larga letal para los millares de criaturas humanas indefensas que cada año van siendo ejecutadas.

Rogamos a las plataformas pro-vida y a los obispos que no caigan en el engaño perfectamente urdido por el PP. Intranquiliza oír al Presidente del Foro de la Familia, Benigno Blanco, –al que apreciamos por su abnegada labor- expresar su satisfacción por las palabras de Gallardón en las éste apoya en el Congreso a las embarazadas. D. Benigno, no sea iluso…; permítasenos apostillar que con tales expresiones a Gallardón no se le motiva para que derogue el aborto. Es más, se crece al ver que tiene éxito su estrategia de reforma-trampa. No se va a ablandar a la «bestia» con expresiones felices y melifluas. El que el PP ayude a las madres embarazadas y en materia de educación actúe mejor que el PSOE, no faculta a nadie para aflojar en la lucha contra el holocausto prenatal.

Hay que poner al PP frente a su propia incoherencia y mostrarla en público sin tapujos para que toda la sociedad conozca la verdad: el PP es casi tan abortista como el PSOE. Está también a favor de la matanza de niños por nacer aunque eso sí, es una matanza más reducida. El PP consiente, promueve y financia la muerte de niños; es claramente un partido pro-muerte. Que nadie se llame a engaño, la «bestia» está decidida a cubrir el expediente sin detener la matanza. El PP aumentará más, si la buena marcha de la reforma-trampa lo exige, las esquizofrénicas ayudas a las embarazadas para que continúen su embarazo sin dejar de ayudarlas también por si quieren «interrumpirlo» aniquilando a su hijo. Pero no hay nada más allá; el resto son «meros guiños a la afición» como comenta Santiago Mata de la Red Madre de Castilla y León. En esta región se aprecia la política por la vida del PP: Red Madre recibió 71.000€ en el 2011 para ayudar a las embarazadas mientras que para el asesinato de niños se entregaron 1.100.000€ de las arcas públicas.

No entro en los motivos de esta política «a favor de la vida» del PP; si es por convencimiento, por cálculo electoral o por miedo al laicismo pro abortista: pero su política verdadera no es otra que, reduciéndolo un poco con una buena pantalla jurídica, mantener en España el exterminio de niños por nacer.

El tiempo lo tenemos en contra; cada día que pasa mueren más niños en el seno de sus madres. No se puede esperar más. Aparte de otras muchas acciones de resistencia pacífica que se deben seguir realizando o implantando para exigir de manera permanente y contundente que se detenga el genocidio, es necesario que, esta primavera de 2012, todas las entidades Pro-Vida, desde las grandes plataformas como el «Foro de la Familia», «ARBIL», «Hazte Oír», «Derecho a Vivir» y «Jóvenes por una Causa», hasta las pequeñas asociaciones Pro-Vida de las 51 provincias españolas, en coordinación con el resto de organizaciones que quieran adherirse, convoquen a todos los españoles de buena voluntad para que nos lancemos a la calle solicitando al PP el fin de la matanza.

La sangre derramada en España de los niños por nacer clama justicia y acción. No se trata de protestar contra otras reformas realizadas por el gobierno, la financiera, la laboral, la subida de impuestos…, se trata de actuar contra la barbarie de mantener el genocidio del aborto. Es la hora de la verdad, sin máscaras, ¡todos a la calle como el 17 de octubre de 2009!; ¡aborto abolición ya!

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Pablo Sagarra Renedo



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