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Los límites de la soberanía
Cada vez debería haber más cosas que no dependan de los resultados electorales, que continúen a través de los cambios políticos
En 1982, en una controversia mantenida
con Julián Marías, el cual publicaba en la Vanguardia un
artículo titulado "Límites y tentaciones, la figura del
Cambio" contestaba a sus argumentos con otros artículos,
cuyas razones, desgraciadamente, después de 15 años, han
quedado plenamente confirmadas.
Sostenía dicho autor que el "Cambio" al que se iba a
someter España no se podría desbordar porque tenía el limite
moral, el límite histórico y el Tribunal Constitucional como
fronteras.
Sin embargo la redacción del art. 1-2 de la Constitución, que
dice textualmente la soberanía nacional reside en el pueblo
español del que emanan los poderes del Estado no pone ningún
contrapeso o límite a este. Marías ponía el ejemplo del
exterminio de los judíos, diciendo que aunque estuviese aprobado
por cualquier mayoría nunca sería legal en lo cual se equivoca,
puesto que en un régimen basado en la voluntad de la mayoría,
esta persecución, si sigue los cauces establecidos, es
totalmente legal aunque sea profundamente inmoral.
Y muestra de esta posibilidad y de que con la redacción indicada
no existe límite alguno, ni moral, ni histórico, ni a través
del tribunal constitucional, a la supuesta voluntad soberana del
pueblo son los dos siguientes asuntos:
El primero el aborto, que priva de la vida a un inocente; Lo ha
querido la "mayoría" y ahí está legalizado, aunque
sea inmoral e ilegítimo, y vulnere todos los derechos de la
persona. Y el Tribunal Constitucional que juzga pero no legisla,
nada puede hacer para evitarlo. ¿Y si el pueblo decidiese que
para sanear la economía hubiera que eliminar a quienes
sobrepasaran una determinada edad o a los disminuidos físicos o
psíquicos ? ¿Quién podría dudar de que sería legal pero
profundamente inmoral?
En el segundo caso, aunque esa misma constitución declare la
indisoluble unidad de la nación española, tampoco parece ser
que se encuentre un "límite histórico" que impida que
los "representantes" de esa "soberanía nacional,
sin límites", decidan que hay que ir dividiendo la
"nación española en varios entes distintos , en un proceso
gradual que esta avanzando peligrosamente.
Es evidente, pues, que una declaración tan absoluta, y proclive
al absolutismo, como la indicada sobre la soberanía, es
inadmisible, precisamente por su carencia de limites, y por lo
tanto, un sistema que no contemple y asegure estos límites es un
sistema tendente a la tiranía, contrario a la recta razón y
puede conducir a la adversidad política y moral.
Y he aquí que paradójicamente Julián Marías concluye diciendo
que cada vez debería haber más cosas que no dependan de los
resultados electorales, que continúen a través de los cambios
políticos, pero ello es contrario a las estructuras como la
marcada por el citado artículo constitucional.
Si no se fundamenta la convivencia en un orden moral, es decir en
un orden con referencias en Dios, fuente del orden moral, que
transcienda a los diseños constitucionales y en unos límites
históricos inviolables, que estén por encima de esa supuesta
voluntad popular (generalmente un espejismo), fuente de la
soberanía nacional, podemos derivar hacía el caos.
Los años transcurridos ponen de relieve la equivocación de
Julián Marías al confiar en esos tres supuestos limites como
valladares y nos muestras la gravedad de un orden político que
no se construya sobre principios morales.
Samuel Clua Palau
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"ARBIL,
Anotaciones de Pensamiento y Crítica", es editado por el
Foro Arbil
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