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La Inquisición.
Si no queremos pasar por analfabetos, por hombres-disco sin personalidad, sin crítica, que repetimos cuanto nos dicen, mejor es que aprendamos y pensemos con seriedad en el famoso tema de las torturas y muertes de la Inquisición
Usted ya sabe que en toda guerra existe
lo que se llama "propaganda de guerra". ¿En qué
guerra no la ha habido? Pues bien: no olvide que España en el
siglo XVI era la primera potencia mundial; casi todas las
naciones europeas eran enemigas suyas, al mismo tiempo era la
principal muralla contra el protestantismo.
La única vez que se han juntado contra una potencia el odio
nacional y el religioso, los dos más grandes odios que existen.
¿Le extraña entonces que haya habido una "propaganda de
guerra" proporcionada? ¿No ha oído lo que dicen hoy de los
Estados Unidos todos los comunistas del mundo?
Ya puede ser una mujer todo lo honrada que se quiera, que si una
lengua viperina lanza con el anónimo una calumnia contra aquella
mujer, y más si es envidiada por su posición y poder, todo el
mundo la señalará con el dedo y se harán comentarios
maliciosos a su paso.
Que la acusen a Ud. de estafador. Tres palabras bastan. Pero el
refutarlo le llenará montañas de razones, testimonios y
pruebas. La acusación se lee en un momento, pero ¿quién va a
tener humor para leer la defensa, sobre todo si hay
animadversión contra Ud.?
Le voy a dar a Ud. una receta fácil y eficaz de demagogia: Pinte
Ud. una cárcel lóbrega, por las paredes instrumentos de
tortura, tres curas sentados tras una mesa, a poder ser bien
gordos (es de más efecto), regodeándose en ver cómo se tortura
a un hombre en el potro, o se le queman las plantas de los pies:
si es una mujer, todavía tiene más efecto. Debajo un letrero:
"Los horrores de la Inquisición". No se preocupe de
más. Nadie va a ir a averiguar si Ud. miente o no. Llevaría
mucho trabajo y estudio.
Sin embargo ahí van unas cuantas observaciones que no debe Ud.
olvidar en este asunto:
Una institución, una persona hay que juzgarla dentro de la
mentalidad de su época. ¿Condenaría Ud. de inculto o bárbaro
a un profesor de universidad del siglo XVI porque ignoraba lo que
es la electricidad, la televisión y la propulsión a chorro?
Pues bien, tenga presente que en aquella época la herejía era
considerada como una conspiración contra el Estado. Estaban tan
compenetrados el Estado y la religión que poner en peligro uno,
era poner en peligro al otro. Tanto o más que hoy el comnismo.
¿Pruebas? En Alemania y Francia las guerras de religión duraron
más de un siglo: hubo cientos de miles de muertos. La
Inquisición fue creada por los Reyes de España para evitar que
pasara lo mismo.
De hecho los judíos y los moriscos trataron más de una vez de
que los turcos invadieran España.
No se olvide que entonces la pena de muerte se daba
facilísimamente. En 1598 sólo en la prisión de Exeter,
Inglaterra, fueron ajusticiadas 74 personas, muchos por haber
robado una oveja (Hamilton).
Sir James Stephen calcula que en 300 años hubo en Inglaterra
264.000 condenados a muerte por diversos delitos. Unos 800 por
año (más de dos por día).
¿Sabe Ud. que muchas veces los ladrones cuando huyen gritan:
"al ladrón, al ladrón", para despistar? Los
protestantes se llevan las manos a la cabeza ante la
"crueldad" de la Inquisición. Pues bien, ahí van unos
datos sueltos sacados de historiadores serios, conocidos, casi
todos protestantes.
Lutero, fundador del protestantismo: En 1525 escribe a los
nobles: "Matad cuantos campesinos podáis: hiera, pegue,
degüelle quien pueda. Feliz si mueres en ello, mueres en
obediencia a la Palabra divina". Más de cien mil labriegos
perecieron.
En Sajonia protestante, la blasfemia tenía pena de muerte.
Calvino mandó quemar a Servet (médico católico que descubrió
la circulación de la sangre, y a quien eliminaron por
"contradecir" a la Biblia con dicho descubrimiento) y
otros muchos.
En 1560 el Parlamento escocés decretó pena de muerte contra
todos los católicos.
Ahí van algunos artículos del código inglés para Irlanda:
"El Católico que enseña a otro católico o protestante
será ahorcado".
"Si un católico adquiere tierras, todo protestante tiene el
derecho de despojarle".
"Destierro perpetuo a todo sacerdote católico; quienes lo
eludan, sean medio ahorcads vivos y luego descuartizados".
¿Para qué seguir?
Las comunidades calvinistas de París, Orleans, Ruan, Lyon, Angey
en sínodo general en 1559, decretan pena de muerte a los
herejes.
En Alemania fueron quemadas más de 100.000 brujas. Hasta niños
de siete años y ancianos moribundos. Un juez solo, quemó en 16
años a 800 brujas (un promedio de 50 personas al año).
¿No sabe Ud. que Estados Unidos debe su fundación a puritanos
que huían de la persecución religiosa de Inglaterra?
Y la Inquisición española ¿qué?
No se vió libre de las ideas de su tiempo y participó de la
crueldad general. Pero tenga Ud. en cuenta los siguientes puntos:
El número de protestantes condenados a muerte, desde 1520 hasta
1820 en que fue suprimida, o sea en 300 años, según el
investigador protestante alemán que se especializó en este
tema, Schafer, fue de 220; de ellos sólo 12 fueron quemados. Ya
ve: no toca ni a uno por año. ¿Qué pasa con la imagen del
inquisidor parado en frente de hileras interminables de piras con
condenados? Pasa que es mentira. Les advierto lealmente que la
Inquisición actuaba también contra los moriscos y judaizantes y
por eso el número de víctimas fue mayor.
La Inquisición no admitía todos los tormentos que eran usuales
en aquella época en toda Europa. Sólo se podían aplicar una
sola vez, en presencia del médico que podía suspenderlos si el
reo recibía daño en la salud. Vea Ud. en cambio lo que se daban
en la famosa torre de Londres a los católicos y se quedará
asustado. Fue el primer tribunal del mundo que suprimió el
tormento cien años antes de ser extinguida. El investigador
norteamericano Mr. G. Lea, que ha escrito una obra en varios
volúmenes sobre la Inquisición dice: "La Inquisición
española en general fue menos cruel que los tribunales laicos al
ejecutar la tortura".
No se podía aprisionar a nadie hasta que no hubiese tales
pruebas que fuese evidente el delito. Se necesitaban por lo menos
siete testigos juramentados ante Notario. No se admitían
denuncias anónimas.
Si se confesaban y se arrepentían antes de dar la sentencia
definitiva, se les absolvía con un castigo mayor o menor según
lo que hubiesen tardado.
El reo tenía derecho a presentar cuantos testigos quisiese.
El reo podía estar en la cárcel, si era casado, con su mujer;
si tenía criados le podían servir.
Si era culpable, el tribunal dictaba la sentencia, que debía ser
confirmada por el Tribunal Supremo, al que se podía apelar y se
le entregaba al Estado, el cual se encargaba de cumplir la
sentencia. Las penas eran las más usuales entonces.
Y por último, tenga Ud. presente que gran parte de las
acusaciones están tomadas de un sacerdote apóstata, Juan
Antonio Llorente, que fue secretario de la Inquisición (se puso
de parte de los invasores franceses en la guerra de la
Independencia, tuvo que huir a Francia), y que él mismo confiesa
que quemó todos los datos oficiales de que se sirvió para su
obra. ¡Estupendo! Que le acusen a Ud. de haber falsificado
cheques, y cuando pida Ud. las pruebas incriminatorias, le
conteste su acusador que las quemó... Si eran tan
comprometedoras para la Inquisición ¿por qué nos las publicó?
Vayamos terminando, poco a poco, con las horribles acusaciones
con que han ido manchando a la Iglesia para los bajos fines de
los acusadores...
"ARBIL,
Anotaciones de Pensamiento y Crítica", es editado por el
Foro Arbil
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