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La iniciativa por un partido político católico español se desinfla.
La polémica generada, en España, en torno a la necesidad de un partido político católico ha durado casi todo un año. ¿En qué situación nos encontramos ahora? Un breve repaso
Hagamos memoria.
El pasado curso estuvo marcado, de forma un tanto soterrada, por
la polémica entablada en torno a la idea lanzada a favor de la
constitución de un partido político católico. Dicha idea fue
recogida con general indiferencia, cuando no silenciada, y con el
entusiasmo de unos pocos católicos interesados en la presencia
cristiana en la política española.
Sin embargo, esa polémica puso en evidencia varias cuestiones.
La primera, que existe un profundo y creciente descontento en
amplios sectores del catolicismo español, motivado por la
gestión de su voto por parte del Partido Popular que, en muchas
cuestiones -ya tratadas en artículos anteriores- actúa a
espaldas de sus principios. En segundo lugar, la existencia y
acción de diversos grupos, asociaciones y personalidades
procedentes del mundo católico, cuyo objetivo común, pese a
divergencias en otros aspectos, era y sigue siendo el interés
por la vida pública y política. En tercer lugar, esa polémica
saca al descubierto, aunque no guste reconocerlo, la profunda
debilidad del sentido de pertenencia de los católicos
españoles, tanto de sus políticos, como de la "base"
de ese pueblo.
En la ausencia de reacciones -o tibieza de las producidas-
también han influido otros aspectos. Así, no podemos obviar que
sigue pesando la pretérita vinculación Iglesia y poder
político producida en el régimen franquista, lo que generó, en
buena parte de una generación, prejuicios de hondo calado,
frente a la Iglesia, que todavía persisten. Por otra parte, en
numerosos católicos existe el temor de que un partido de esas
características pudiera derivar en una agrupación de postulados
reaccionarios, generando a la Iglesia un mayor distanciamiento de
la sociedad.
Desde el inicio de la polémica nada, sustancialmente, ha
cambiado. Pero, en cualquier caso, la polémica, salvo algunos
destellos ocasionales, está ya muerta. Otras preocupaciones de
mayor calado la han terminado de enterrar. Ese ha sido el caso de
los ataques a la Iglesia católica, arreciados con motivo de los
conflictos generados en torno a algunos profesores de religión,
la trama de Gescartera, etc. Se ha visto con absoluta claridad
que cualquier motivo es bueno para atacar a la Iglesia católica,
lo que se traduce, incluso, en la producción cinematográfica
española: "Los otros, "Visionarios", etc.
Sin duda, vivimos en una época en la que el anticlericalismo se
manifiesta especialmente activo en España (lo ha destacado
recientemente, desde una perspectiva de no creyente, pero amante
de la verdad, el historiador Pío Moa en su artículo "El
anticlericalismo, una plaga de ayer y de hoy", publicado en
Alfa y Omega, número 277 de 18-X-2001), atacando con una
virulencia extraordinaria a toda presencia significativa de la
Iglesia. Prueba de ello ha sido la campaña orquestada en torno
al caso Gescartera, dirigida especialmente contra el clero y las
órdenes religiosas que de una u otra manera figuraron en la
trama, aunque como víctimas, aspecto que se olvida con indudable
intencionalidad.
Mientras tanto, cada vez más a la defensiva, las diversas
asociaciones católicas prosiguen con su actividad, siendo la
"ghettización" más una realidad que un riesgo.
En indudable, por tanto, que se ha producido una ofensiva en toda
regla contra lo que significa la Iglesia católica; por el
contrario, algunos observadores católicos han valorado que, esta
situación de acoso y dispersión no ha sido afrontada con
decisión desde la Conferencia Episcopal, respondiendo tarde y
con poca perspicacia.
Acción pública de
los cristianos españoles.
Los católicos interesados en la acción pública, mientras
tanto, se siguen moviendo en los mismos parámetros que en años
anteriores, eso sí, con mayor conciencia de la dureza de la
situación en la que nos encontramos: acoso mediático, intento
de desplazamiento y eliminación del catolicismo, soledad
progresiva de los católicos, burla y descrédito social, etc.
Buena parte de las asociaciones de católicos interesadas en la
vida pública se mueven en el terreno de lo
"prepolítico": la formación, el estudio, las
relaciones internas. Los políticos católicos, por su parte,
continúan desenvolviéndose con la "prudencia" que les
caracteriza, que para algunos observadores es inseguridad,temor
y, en ocasiones, cobardía. En esa actitud defensiva no se
diferencian, seamos realistas, de la que protagonizamos los
demás católicos en otros medios sociales y profesionales, en
los que nos sentimos minoría cuestionada y despreciada. Hay
excepciones, naturalmente, que están pagando un costoso precio
por ello.
Dentro de esos grupos de los que hablábamos al principio de este
apartado, destaca la Asociación Católica de Propagandistas, que
sigue prestando un extraordinario servicio al catolicismo social
español a través de sus Congresos Católicos y vida Pública,
que han alcanzado su tercera edición con el celebrado en Madrid
los días 26 a 28 de octubre, dedicado a los medios de
comunicación. Por otra parte, se avanza en la consolidación de
la Universidad San Pablo de Madrid, sin olvidar su presencia en
otras regiones y su voluntad de revitalizar el nervio central de
su realidad: la propia ACdP.
La Asociación para la Renovación y el Diálogo Democrático,
nutrida fundamentalmente de personas con vocación por la acción
política procedentes del Movimiento de los Focolares, ha
participado en algunos encuentros internacionales auspiciados por
el Movimiento por la Unidad, proyección política internacional
de esa realidad eclesial. Por otra parte, mantienen
conversaciones con políticos católicos del Partido Popular, lo
que ha llevado a algunos de sus miembros a afiliarse al mismo a
título personal.
La Compañía de las Obras, asociación multifacética surgida en
el ámbito humano de Comunión y Liberación, movimiento de
indudable vocación educativa, continúa con su actividad,
depositando ciertas expectativas en una edición española del
"Meeting per l'amicizia fra i popoli" que se celebra
anualmente y de forma multitudinaria en Rímini. Con la
experiencia previa del "Happening" que los
universitarios de CL vienen realizando desde hace una década en
la Universidad Complutense, se busca un diálogo con la sociedad,
a partir de los retos culturales de nuestro tiempo, con voluntad
misionera; diálogo entendido como un vehículo, apropiado, a
nuestro tiempo, de la creatividad cultural católica y de la
"nueva vida" generada por la experiencia cristiana. De
contar con novedades más precisas, las proporcionaremos en su
día a nuestros lectores. Por otra parte, una de las entidades
adheridas a la CdO, la Asociación Cultural Charles Pèguy de
Madrid, persiste con su magnífico periódico mensual (que cuenta
con una versión digital, paginasparaelmes.com) y los actos
públicos que pretenden proporcionar un juicio católico claro
sobre diversos aspectos relevantes de la actualidad social,
cultural y política. La asociación hermana de la anterior en
Barcelona, por su parte, está desarrollando algunas iniciativas
en favor de una política familiar decidida, para lo que se ha
dirigido en primer lugar, al gobierno nacionalista de Pujol, a la
vez que ha realizado una propuesta de convergencia a otras
asociaciones familiares católicas españolas para determinadas
actuaciones.
Foro Arbil y Profesionales por la Ética continúan con sus
actividades formativas y de opinión, siempre atentos a la
evolución del panorama católico social.
Pero, sin la pretensión de ser exhaustivos en la mención de los
grupos y movimientos católicos con vocación pública, sin duda,
el principal referente, hoy día, de los católicos sociales
españoles, es la asociación catalana e-cristians, creadora del
boletín y web homónimos. Impulsada, entre otros, por Josep
Miró i Ardevol, está generando un incipiente movimiento con
pretensiones de llegar a influir en determinadas decisiones
trascendentales para la vida social española. La progresiva
configuración orgánica de la asociación, su apertura a
personas del resto de España, y sus concretas iniciativas, pese
a las prevenciones que provoca en no pocos católicos españoles
el indudable nacionalismo catalanista de sus promotores, está
llevando a su configuración como una referencia fundamental. Por
primera vez en muchos años, una entidad católica realista
afronta los retos actuales de la vida social y política con
iniciativas, propuestas y un cauce de participación. Prueba de
su progresiva relevancia es la reciente creación (primeros días
de noviembre) de un núcleo de la organización en Madrid de la
mano del editor y periodista Alex Rosal y de Jaime Urcelay
(Profesionales por la Ética). En ambos recaerá la
responsabilidad de imprimir seriedad y continuidad a la nueva
entidad, dirigiendo sus esfuerzos hacia los medios de
comunicación, políticos, etc.
En estas circunstancias complejas, respecto a los medios de
comunicación católicos, no podemos omitir la magnífica labor
de alguno de ellos, desiguales en alcance y calado, pero de
indudable mérito. Es el caso de la cadena COPE, en particular de
alguno de sus programas, caso "La linterna de la
Iglesia". El semanario "Alfa y Omega", por su
parte, se ha constituido en una referencia escrita imprescindible
del catolicismo español, merced a una labor discreta,
sistemática, atenta a todos los aspecto relevantes de la
actualidad, sin desatender otros aspectos como la formación;
todo ello en sintonía con los pastores de nuestra Iglesia.
"Fe y Razón", junto a la página diaria sobre
religión de "La Razón", juegan un papel importante en
este ámbito. Poco a poco, según se extienden siguen ganando
peso e influencia la combativa revista "Católicos del siglo
XXI" de Santiago Martín. Radio Intereconomía, el ingenioso
y documentado periódico electrónico "Hispanidad",
cada uno es su ámbito, también vienen realizando una magnífica
labor. Zenit, la gran agencia católica por internet fundada por
españoles y el portal catholic.net, son otras dos iniciativas en
la red que no pueden obviarse.
Y en el campo de la televisión la gran novedad la constituyen
TMT, que emite en Madrid, y EWTN (de Madre Angélica) que
continúa expandiéndose por cable e internet.
En cualquier caso, la batalla de la información,
importantísima, se afronta con grandes carencias, como es la
ausencia de un canal nacional de televisión católica y la
inexistencia de un buen equipo periodístico, en la Conferencia
Episcopal, que además de ejercer sus funcione propias, reaccione
con celeridad y eficacia ante las continuas campañas desatadas
mediáticamente contra la Iglesia.
No olvidemos, por otra parte, algunas magníficas experiencias
producidas en el marco de una colaboración cultural entre
Iglesia, particulares y poderes públicos. Pensamos, a título de
ejemplo, en las diversas ediciones de "Las edades del
hombre", la exposición "La Rioja, tierra
abierta", los diversos actos celebrados en Cantabria
("Anno Domini") y la magnífica exposición "La
luz de las imágenes" de Segorbe (septiembre 2001 a marzo
2002). Esas experiencias pueden mostrar a la Iglesia como una
realidad viva y creativa, alcanzando en cualquier caso un cierto
impacto social.
Profundidad de la
crisis.
La crisis de la Iglesia católica es enorme. La existencia de
ciertos signos esperanzadores no debe ser excusa para afrontar
con realismo la presente coyuntura, que exige una voluntad
misionera sin precedentes.
En estas circunstancias de acoso y desasosiego, sigue siendo
necesaria la existencia de católicos en la vida pública y en la
política. Pero debe darse una condición en esa presencia: la
íntima relación y correspondencia entre esos políticos y el
pueblo católico. En caso contrario, los políticos actuarían a
su libre saber y entender, desconociendo las necesidades de este
pueblo e ignorando sus iniciativas. Otro riesgo, de darse ese
divorcio, es la tentación de pretender la instrumentalización
de algunos movimientos eclesiales por parte de esos políticos
que, al actuar en soledad, responden, con su mejor voluntad, a
impulsos de cálculo táctico.
Este complejo y multiforme panorama facilita, en definitiva, la
dispersión de las lealtades católicas en dispares iniciativas,
aparentemente contradictorias, lo que puede derivar en
desconcierto y desánimo.
Descartada, ya, la opción por un partido político católico,
así como otras posibles iniciativas sociales, barajadas en su
día, podemos afirmar que no existe un polo de atracción de los
católicos con vocación pública. Ese polo, en estos tiempos,
sólo puede surgir, bien a propuesta e impulso de los obispos,
bien por la aparición de alguna entidad o figura carismática
que actúe de locomotora en terrenos concretos de la acción
social. En estas circunstancias, e-cristians puede ser el germen
de una nueva modalidad de presencia social católica que no
podemos desaprovechar.
Pero, mientras tanto, sólo cabe preparar el futuro siendo fiel
cada uno con su carisma y vocación, evangelizando y creando
pueblo.
El reto es enorme, pero esa es la misión de todos los católicos
en el lugar que ocupa cada uno: mostrar la Iglesia al mundo como
el medio humano donde el acontecimiento del encuentro con Cristo
se hace carne. Una Iglesia, en consecuencia, abierta al mundo,
con una presencia social con identidad, con derecho a opinar
sobre cualquier cuestión en todo tipo de foros, aportando
propuestas y soluciones, sirviéndose, si ello es preciso, de las
modernas tecnologías y medios de comunicación.
Fernando José Vaquero Oroquieta.
"ARBIL,
Anotaciones de Pensamiento y Crítica", es editado por el
Foro Arbil
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