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El lobby feroz.
La tiranía de un lobby de presión que quiere imponer sus posiciones, minoritarias y "contra natura", a la mayoría de la sociedad
Con motivo de las recientes y alegres
celebraciones del día del orgullo gay, don Pedro Zerolo,
presidente de la Federación Estatal de Lesbianas y Gays, ha
lanzado el dato de que en España existen cuatro millones de
homosexuales, cifra que no procede de ningún estudio
estadístico mínimamente serio sino de las mientes calientes del
señor Zerolo, que con la misma gratuidad ha proclamado que entre
el 8 y el 13 por ciento de la población española es homosexual.
La estrategia de inflar datos, supuestamente estadísticos,
siempre ha resultado eficaz cuando se utiliza para crear un
estado de opinión favorable respecto a cuestiones de difícil
digestión ética o moral, como sucedió en su momento con el
lobby de la cultura de la muerte para legalizar el aborto, y
está ocurriendo actualmente con el poderosísimo e influyente
lobby gay y su pretensión de legalizar el matrimonio entre
homosexuales y su derecho a la adopción.
De indudable ayuda para conseguirlo, son los editoriales y
comentarios vertidos estos días en los medios de comunicación,
afirmando que existe una discriminación hacia los homosexuales y
que no concederles los supuestos derechos que reclaman, significa
poco menos que un delito de lesa constitucionalidad y una
vulneración del artículo 14, por aquello de que los españoles
son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación
alguna por razón de sexo...
Observando la enorme influencia del lobby rosa, el silencio
cómplice de quienes miran para otro lado y el desarme moral de
una sociedad donde lo bueno y lo malo es lo que dicta como tal la
televisión, no me cabe duda de que a la vuelta de la esquina
veremos matrimoniarse a los homosexuales, y que para ello ni
siquiera hará falta reformar la Constitución, porque ésta dice
en su artículo 32 que «El hombre y la mujer tienen derecho
a contraer matrimonio con plena igualdad jurídica», pero
como no añade «entre sí» (porque lo obvio no se
suele añadir en las Constituciones), la puerta hacia el himeneo
queda abierta. Si además sumamos que al calor de la generosa
contabilidad de Zerolo, los partidos políticos comienzan a
considerar que el voto rosa puede ser determinante electoralmente
hablando; que el señor Zapatero, Secretario General del PSOE, ya
se ha apuntado a ser el oficiante de estas bodas en cuanto llegue
al poder, y que el PP no le está yendo a la zaga en progresismo
y tolerancia cuando se trata de rebañar votos, sólo nos queda
esperar al gran momento histórico que se nos avecina. Por fin,
después de tantos siglos de civilización, nos descubrirán que
todas las diferentes culturas que han existido en la larga
historia de la humanidad estaban contaminadas de una homofobia
irredenta al rechazar, o ni siquiera detenerse a considerar, el
matrimonio entre personas del mismo sexo. Menos mal que como no
hay ignorancia que cinco mil años dure ni parlamento ni
televisión que lo consientan, el siglo XXI será testigo de
cómo nos liberan de un nuevo lastre intolerante, y avanzamos
otro pasito más hacia la indignidad del género humano.
Si hay algo claro en este viscoso asunto, es que al menos y en lo
que respecta a España, el colectivo homosexual hace gala de un
victimismo gratuito que choca frontalmente con la realidad social
desde hace lustros. Es más, si existe alguna discriminación es
a su favor más que en su contra; sólo hay que ver el peso de su
influjo en los medios de comunicación, las subvenciones
públicas que tan generosamente reciben sus asociaciones y su
omnipresencia en los programas de televisión donde
homosexualidad es sinónimo de simpatía, buen rollito y bondad
natural. Por el contrario, el lado oscuro y los efectos negativos
individuales y sociales de la «opción homosexual» es
tema tabú y reo sea de anatema quien ose siquiera plantearlo.
Pero si la verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero;
la anormalidad es la anormalidad, contabilícela Zerolo o
legalícela Zapatero.
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Miguel Ángel Loma
"ARBIL,
Anotaciones de Pensamiento y Crítica", es editado por el
Foro Arbil
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