Hace pocos días tuve la oportunidad de hablar con el Padre Iván Rupnik. Guardo un grato recuerdo de la conversación, que versó sobre arte y teología. El Padre Rupnik, jesuita de origen esloveno, es conocido sobre todo por su obra "La Capilla Redemptoris Mater de Juan Pablo ir'. Aunque yo no la he visitado, he podido conocerla a través del libro, que con el mismo título, se presentó recientemente en Madrid en su edición española. Me impresionó del Padre Rupnik que no se siente ajeno a las corrientes actuales del arte, a pesar de diferenciarse notablemente de ellas. El ve, en las expresiones artísticas actuales (en las que es dificil encontrar rostros humanos), el anhelo del hombre desgarrado que, a través de un acto de protesta, reclama la atención del Absoluto. El arte actual es, en gran parte, nihilista. Pero hay que entender bien este nihilismo. No es sólo la afirmación de que el hombre camina hacia la nada, en un deambular errático que acabará en el sin sentido de la vida. El nihilismo es también el rechazo al doma de "Dios creó de la nada" (creatio ex nihilo), Por eso al artista actual se le llama creador, rechazando lo dado en la naturaleza para erguirse él solo en el que da forma a la realidad. Muy distinta es la actividad que desarrolla Rupnik. El busca la belleza que Dios a impreso en la Creación. Por eso el verdadero arte nace de la contemplación y no de la especulación intelectual por la que el hombre acaba modificando su percepción de las cosas. A querer comprender las cosas (reduciéndolas a nuestros esquemas mentales, las cosas renuncian a parte de su belleza). Es propio de la verdadera obra de arte hacer salir al hombre de sí (éxtasis). Ese es el verdadero artista. Se sorprendió cuando le comenté: "al ver sus pinturas uno no se pregunta por el autor sino que queda fascinado por el resplandor que sale de las figuras, por la fuerza de los colores que traslucen el Misterio". Su sorpresa vino de que él no firma sus obras, sólo alguna vez, cuando le obligan a hacerlo. En aquella conversación también tratamos del gótico. Le expuse que el gótico, bajo mi perspectiva, no era sólo el producto de un progreso en el arte arquitectónico, sino, principalmente el resultado de una teología. El matizó diciendo que no sólo respondía a una concepción teológica sino que, en el mismo edificar de las catedrales la teología se iba haciendo. Son muchas las reflexiones que me ha suscitado ese encuentro con el sacerdote artista. ¿cómo edificamos nuestras iglesias? ¿se puede llamar arte sacro sólo porque ocupa un lugar sagrado o representa una figura religiosa? Parece que no. Como diría el P. Rupnik el verdadero arte religioso sólo es posible donde la Iglesia está viva. No hay posibilidad de verdadero arte sagrado (que Juan Pablo II siguiendo al P. Chenu afirmo que era un lugar teológico), si no hay experiencia religiosa. La técnica se ha de someter a la contemplación, y el hombre ha de reconocer al Absoluto. Entonces la belleza de Dios se puede transparentar en nuestras construcciones y, como diría la poetisa Gertrud von Le Fort, la fe pues transfigurar la cultura. Esa cultura, la nuestra, que ahora vemos decadente pero de la que aún podemos contemplar los restos de un pasado fecundado por la fe católica. Lo mismo cabe decir de la obra de Iván Rupnik, que recogiendo en preciosa armonía las tradiciones de Oriente y Occidente, hace presente al hombre la Belleza de Dios, belleza de la que dijo Dostoievski, "salvará al mundo". ·- ·-· -··· ·· ·-·· David Amado Fernández |
Revista Arbil nº 74 La página arbil.org quiere ser un instrumento para el servicio de la dignidad del hombre fruto de su transcendencia y filiación divina "ARBIL, Anotaciones de Pensamiento y Crítica", es editado por el Foro Arbil El contenido de estos artículos no necesariamente coincide siempre con la línea editorial de la publicación y las posiciones del Foro ARBIL La reproducción total o parcial de estos documentos esta a disposición del público siempre bajo los criterios de buena fe, gratuidad y citando su origen. |