Es necesario profundizar en la Doctrina de la Iglesia y difundirla. Así podremos cumplir con nuestros Deberes de cristianos y ciudadanos. Deberes: Familiares Profesionales Sociales y Políticos. Y para ello debemos conocer las normas objetivas sobre el matrimonio, la familia, la enseñanza, el trabajo, la economía etc. Hay que tener nociones claras sobre las exigencias del Reinado Social de Ntro Señor Jesucristo. Debemos luchar recristianizar Personas. Constumbres. Instituciones. Cristo nos dijo: "Sin Mi nada podeis hacer", pero también nos prometió: "Pedid y recibiréis". De aquí la importancia de la oración. Pero también de las obras: escuchemos a Pío XII: "En los grandes conflictos de ideas que agitan en la hora presente a la sociedad humana y que se extienden hasta los últimos sectores de la vida económica, sólo hay lugar para los espíritus sólidos e irreductibles. Para conseguir esa fortaleza de espíritu necesitamos tener una fe sólida. Pero "la fe sin obras es cosa muerta" Pablo VI nos dice en su encíclica "Ecclesian suan": "...la vida cristiana...exigirá siempre fidelidad, empeño, mortificación y sacrificio; estará siempre marcada por el "camino estrecho" del que Nuestro Señor nos habla". La Doctrina de la Iglesia es la única que aclara todos los problemas sobre el hombre. Si buscamos la Verdad, conozcamos, seamos fieles, obedezcamos esta doctrina. Tenemos insuficiencia doctrinal. Es necesario conocer la Verdad. Pero aparte de conocerla hay que amarla, servirla, darla a conocer a los demás. Eclesiástico IV, 33: "lucha por la Verdad hasta la muerte y el Señor Dios combatirá por tí". La Verdad necesita servidores para operar la conversión de la sociedad. La verdad no se difunde por sí sóla, por su sola fuerza. Los errores modernos progresan porque se habla de ellos, tienen amigos y servidores apasionados. El porvenir es de los grupos que posean hombres mejor formados, más entusiastas, más tenaces, más prestos, más decididos a la acción. Pío XII nos recordaba que "de la forma dada a la sociedad, conforme o no a las leyes divinas, depende y se deriba el bien o el mal de las almas". La sociedad se compone de cuerpos sociales (profesionales, culturales, económicos, familiares, jurídicos, militares, rurales etc). La Verdad seduce.... No progresarán los errores modernos si hay militantes organizados que con ardoz se impongan en las villas y ciudades, en los talleres, sindicatos, en la administracción, organizaciones profesionales y familiares, por su saber, su entusiasmo, su santidad. Es preciso suscitar apóstoles de la acción en todos los estamentos de la vida social y política. Pablo VI nos advierte: "Pero queda un peligro. El arte del apostolado es arriesgado. La solicitud por acercarse a los hermanos no debe traducirse en una disminución de la verdad.... Sólo el que es totalmente fiel a la doctrina de Cristo puede ser eficázmente apóstol. Y sólo el que vive con plenitud la vocación cristiana puede estar inmunizado de los errores con los que se pone en contacto". El trabajo en grupo no dispensa del esfuerzo personal, de la reflexión solitaria. Lo exige y lo provoca. El trabajo en grupo suprime el peligro del trabajo demasiado aislado. La doctrina se asimila de forma más viva, más animada, en el curso de los comentarios, discusiones, objeciones y aclaraciones. Los grupos de trabajo, el grupo, para ser fecundo, debe ser la normalización de relaciones naturales amistosas. Debe ser una estructura de formación, pero con vistas a una mayor irradiación, con espíritu de conquista.. Oigamos a Pío XII: "No basta poseer principios justos, ni aplicarlos en el círculo estrecho de su vida personal, sino que es preciso extenderlos alrededor de sí, hacer aprovechar también a los demás, mostrar claramente el valor y la eficacia para el interés nacional" Es un error frecuente pensar que no se puede actuar mientras no se tenga una intensa formación doctrinal. Desde los comienzos podemos y debemos actuar, hablar de nuestro trabajo en el circulo de nuestras amistades. Muchos sienten necesidad de un trabajo como el nuestro. Debemos descubrirles y hablarles. Difundir buena doctrina siempre que se preste oportunidad para ello. Buscar esta oportunidad. Ya hemos dicho que se nencesitan hombres de principios con un sentido agudo de lo esencial y de lo que no lo es. Con sentido de la justa jerarquía de las nociones y de las cosas, de lo que importa más que nada, de lo que importa menos y de lo que no tiene importancia Pues bién, en nuestras relaciones con los demás hay que respetar siempre la justa jerarquía de valores. Hay que colocar también en su debido lugar lo sensible, emocional, afectivo. Hay que creer en la educación continua y paciente de la menoria, inteligencia y voluntad. La caridad misma no ha consistido nunca en dejar al error extenderse impunemente. Una fuerte oposición puede ser necesaria, si es el amor de un mayor bien quien lo anima y no existen trazos de obstinación personal, rencor o vanidad. Son innumerables los fracasos de quienes buscan triunfar más que convencer. Respetar las opiniones de los demás sobre cuestiones opinables: por lo demás respetar a las personas, pero combatir sus errores con la caridad que debemos derramar sobre nuestro prójimo. Su Santidad Pablo VI nos dice en la Enciclica "Ecclesian Suam": "la caridad lo inspira todo. La caridad todo lo hace posible, todo lo renueva. ¿Quién de nosotros ignora estas cosas? Y si las sabemos, ¿no es ésta acaso la hora de la caridad?". No nos debe desanimar ser una minoría en este trabajo, pues Jesús dijo: "Cuando os reunáis dos o tres en mi nombre, Yo estaré entre vosotros" No existen medios fáciles para aprender las cosas difíciles. Solo hay un método: ponerse a trabajar con entusiasmo. Escuchemos a Pablo VI: "El imperativo de actuar hoy y con urgencia procede de las necesidades que son verdaderamente inmensas para quien sabe darse cuenta... He aquí la hora de los laicos. Es preciso empezar a trabajar hoy mismo, porque tal es la ley de la conciencia cristiana. Cuando se ha oído enunciar un deber no se dice: "lo haré mañana". Se debe actuar inmediatamente". Al lado de la doctrina hace falta la acción. La una es complemento de la otra. Es necesario que la inteligencia nos enseñe la verdad para que la voluntad la realice. ¡Acción! ¡Hay que actuar! Ante los males de la religión y de la patria a nadie es lícito permanecer ocioso. Pero no basta actuar, hay que hacer obras útiles. Por lo que es indispensable antes de actuar saber con precisión qué es lo que se debe hacer. Nuestro presente. Subversión de Valores. Consecuencias Se han puesto en marcha unos mecanismos para inmovilizarnos, para hacernos insensibles a nuestra autodestrucción.. Nos presentan una serie de ideas y una realidad que nos seduce y nos impide acercarnos a la dolorosa realidad de una charca en la que se pudre nuestro pueblo y en la que la noción del deber se ha proscrito, y no hay más que una suicida exaltación de derechos, que de nada sirven si nadie se encuentra obligado a satisfacerlos. - El ordenamiento Jurídico - Las constumbres sociales - La conciencia individual se van depravando y toda la técnica sofisticada y profusa (abundante) de la información y de la comunicación, monopolizada por el poder político o el poder del dinero, que vienen a converger y a identificarse, legitiman y empujan: -a la disolución de la familia -a la pornografía -a la inversión sexual -a la anticoncepción y al aborto. -a la eutanasia y a la fecundación in vitro etc -a la puesta en juego de la más decisiva de las subversiones que es la llamada revolución cultural. Se ha conseguido un cambio moral en la conducta personal. Demasiado se halla a la vista la degradación de las costumbres y el afán que muchos medios informativos, y más bien deformadores, demuestran en que esa degradación aumente. ¿Cómo se ha podido producir este enorme cambio en una sociedad con ambientes y creencias cristianas?. ¿Qué tácticas se han puesto en marcha para dirigir la operación en marcha para socavar los cimientos cristianos de la sociedad española? Vamos a hacer unas breves reflexiones al respecto que nos ayudarán a comprender mejor nuestro combate por Dios y por la Patria, por la Fe y por el Hogar y la importancia de la formación como cimiento de la acción. El enemigo se ha dado cuenta que el enfrentamiento de las barricadas, que en medio de su crueldad tenía algo de "atractivo", puede conducir a resultados adversos. Ya no hay llamamiento a las barricadas. No sae trata hoy de apuñalar, sino de envenenar (con ideas). No se quiere mártires ni héroes, sino apóstatas y desertores. Lo que interesa ahora, para llegar de modo incruento al mismo fin, no es tanto asesinar y derribar, sino confundir y corromper, ocupando y dominando las instituciones y los medios desde los cuales la confusión y la corrupción se lleva a cabo como un puro y fácil divertimento. Hay que derrocar la cultura preexistente, escribía Mao-tse-tung, para sustituirla por otra edificada sobre valores distintos y contrarios. Para ello hay que llevar a cabo una tarea de educación y de culturización, de educación en la escuela y de culturización en la vida diaria. Por medio de la educación y de la culturización, que abarcan no sólo la prensa, el cine y la TV, sino el video, la novela, la música y hasta los comics infantiles, lo que se pretende es un cambio en las ideas, en las reaccciones psiquicas, en los criterios morales y en las vivencias religiosas. La palabra "concientizar," el recurso permanente a la imagen, la revisión de la historia, están haciendo posible que se acoja con indiferencia o se acepte lo que hace poco era capaz de producir un repudio espontáneo. La educación y la culturización monopolizados consigue la obediencia social. Amor a la Verdad. Invitación a la Esperzanza Debemos enfrentarnos a esta nueva táctica del adversario con una táctica nueva: formación. Para poder entrar en este combate hay que leer, estudiar, meditar, hacerse, en suma, con el equipaje ideológico, necesario para la lucha de nuestro tiempo. Ello exige un amor inmenso a la Verdad, que nos impida caer en el engaño; un rearme ético, que evite nuestra impregnación ambiental; un espiritu de fe, que nos comprometa en la lucha que la mejor doctrina propone al decirnos: "Es la persona humana la que hay que salvar, y es la sociedad humana la que hay que renovar" (Gaudiun et Spes-nº 1). Juan Pablo II (octubre 1985): "No se trata de una utopía. Si se quiere de verdad, se pueden crear en el mundo condiciones nuevas, estructuras nuevas, relaciones nuevas entre los individuos, los grupos sociales y los pueblos, para asegurar la paz en la justicia y en la fraternidad. Jamás me cansaré de repetirlo a todos y de invitar a todos a la esperanza y al estímulo del porvenir, que nos vienen del Evangelio y que encuentra confirmación en los "signos de los tiempos." Pero debo añadir que los nuevos tiempos no llegan sin nosostros, o sea, "sin el esfuerzo de nuestra colaboración constructiva en la realización del designio de Dios en la historia" (J.P.II). Y recordarles que sin la oración y el sacrificio diario no es posible ni una formación verdadera, ni una acción eficaz. ·- ·-· -··· ·· ·-·· José Luis Serrano Serrano |