, Revista ARBIL, nº 69. El Papa en España: como lo reflejó la prensa

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Indice de contenidos

- Texto completo de la revista en documento word comprimido
- Sobre el poder en la modernidad y la postmodernidad
- Categorías de la política: Política, Criptopolítica y Metapolítica. (1ª parte). Política: sentido y función de la Politeia
- Una valoración de urgencia de los resultados electorales del 25 de mayo: ¿todos contentos?
- Editorial
- Lo que queda del mensaje (en torno a las palabras de Juan Pablo II en España)
- El Papa en España: como lo reflejó la prensa
- Sobre el Estado?
- La pluralidad de partidos católicos
- Crisis demográfica
- La historia de España realidad vivificante para el futuro
- Prolegómenos a la filosofía del futuro
- El animalismo trascendental
- La participación del trabajador en la empresa
- Historia de América
- Fundamentalismo islámico, terrorismo y guerra en Oriente Medio: de la cuestión palestiana a la cuestión iraquí?
- La Constitución Española a la luz del Magisterio político de la Iglesia
- Una entrevista a Julián Gómez del Castillo: la posición del Movimiento Cultural Cristiano
- La Monarquía de España y la guerra de Mesina (1674-1678)
- La ausencia del padre en nuestra sociedad?
- El padre: el gran ausente
- Fundación Gratis Date: 15 años socializando el saber
- El hedonismo o la muerte de Occidente
- 25 años de fecundación artificial
- La promoción de los laicos en la vida y Misión de la Iglesia
- Cien años de un periódico de la monarquía: ABC, dossier para una investigación
- Política y Vanidad
- La pintura en España de Velázquez a Dalí
- Soldados de Salamina
- El ser humano es un ser religioso
- Oración por la Patria
- ¿Cómo se formó el genio de Santo Tomás?
- Remembranzas de Argentina
- El Evangelio según los evangélicos
- Cien años de La Gaceta del Norte
- PSOE y memoria histórica
- Ante la cultura sin alma
- "Fernando el Católico y los falsarios de la historia"
- Presentación de "Fernando el Católico y los falsarios de la historia en Pamplona"
- Tertulia en Arbil-Madrid
- Texto Clásico: Defensa de la Hispanidad


CARTAS

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Revista Arbil nº 69

El Papa en España: como lo reflejó la prensa

por Manuel Alejandro Rodríguez de la Peña

A pesar de sus manipulaciones y mentiras para una gran parte de la población la realidad es la que transmiten los principales media del sistema, y en función de esa información reacciona y actua. Por eso es importante ver como se ha reflejado la visita de Su Santidad. Este trabajo incluye como presagiaban y como refeljaron la visita del Papa los principales medios nacionales y extranjeros


Los prolegómenos de la visita: la prensa del viernes y el sábado.

En general, la prensa más hostil a la Catolicidad, con los diarios El País y El Mundo a la cabeza, optó por anunciar la llegada a España de un Papa "mensajero de la Paz", resaltando su papel de conciencia de la Humanidad durante la guerra de Iraq. Se trataba de buscar un perfil positivo de Juan Pablo II asumible por todos los lectores por encima de sus creencias. No obstante, con ello quedaba muy en segundo plano el aspecto más importante de la visita, el hecho de que venía a nuestra patria el Vicario de Cristo a hablarnos de la redención cristiana, un mensaje salvífico mucho más importante que todas las guerras del mundo.

En esta noción del Papa de la Paz insistían en un artículo colectivo Ramón Tamames, José Luis Gutiérrez, Javier Cremades y Raúl Heras, quienes resaltaban que el Papa "siempre es una mensajero de Paz para la Humanidad... es un heraldo en el que se sintetizan todas las creencias, religiosas o no, que coinciden en ahuyentar los demonios de la guerra", luciendo "más que nunca su espíritu de concordia, de encuentro con el pueblo, que seguro en Madrid va a rendirle el homenaje que se merece" ("El mensajero de la Paz", El Mundo, 3-5-03). En la página contigua, el padre Ángel García, presidente de la ONG Mensajeros de la Paz, un "cura progre" conocido por sus opiniones poco ortodoxas en materias sensibles de la moral católica, remachaba esta consigna del periódico, al escribir que "Su Santidad no viene sólo en nombre de Dios a este pueblo, viene también como un verdadero mensajero de la Paz en el mundo... el primer defensor de los niños pero también el primer defensor de los ancianos" ("Dejad que se acerquen a mí", El Mundo, 3-5-03).

Ahora bien, no todos los articulistas de El Mundo recibían con igual afecto al Pontífice. Dicen que no hay peor cuña que la de la misma madera. Un profesor de la Universidad pontificia de Salamanca, Xabier Picaza, acogía la llegada del Santo Padre con un escrito que era casi una declaración de guerra. Exponía en él tres reparos a la visita apostólica: uno político ("viene como Jefe de Estado y no como mesías de los pobres"), otro eclesial ("viene como si los cristiano de este país fuéramos sus subordinados, cosa que a mi juicio es contraria al Evangelio") y, finalmente, uno pastoral ("tenemos opiniones distintas sobre temas de vida y comunión cristiana"). Este profesor, que enseña y cobra un salario de una Universidad de la Iglesia, terminaba con estas duras palabras su demagógico alegato antipapal: "su visita me parece más una autoafirmación de algunos que una semilla de Evangelio para todos" ("Tres reparos", El Mundo, 3-5-03).

Por su parte, el muy sobrevalorado escritor de izquierdas Francisco Umbral escribía, haciendo gala de un sectarismo feroz y de una ignorancia aún más preocupante, que el Papa venía a España no solo a recordarnos el valor de la Paz y el prestigio de la caridad, sino también a "consagrar a cinco mártires de Franco en la Guerra Civil, lo cual es una manera de mantener viva aquella vieja guerra" ("Vuelve el Papa", El Mundo, 29-4-03). En realidad, de los cinco canonizados, tan sólo San Pedro Poveda fue fusilado durante la contienda fratricida. Y, desde luego, no fue un mártir de Franco sino de Cristo. Umbral terminaba su artículo en términos casi insultantes afirmando que la visita papal suponía una "provocación" y recomendando al Papa que "si quiere hacer alta política internacional que se vaya a Siria" (donde, por cierto, recientemente estuvo, lo que le valió a Juan Pablo II duras críticas de Israel. No recuerdo que el señor Umbral saliera en su defensa).

Por lo general, los artículos de bienvenida al Santo Padre publicados en los diarios conservadores ABC y La Razón, optaron, frente a la línea del Papa de la Paz de El País y El Mundo, por resaltar los aspectos pastorales de la visita oscurecidos por el ruido mediático en torno a la guerra de Iraq. En este sentido, Ignacio Sánchez Cámara ponía el dedo en la llaga al señalar que "con todo lo anterior, apenas se ha rozado, a mi juicio, lo esencial. El mensaje del que es depositario Juan Pablo II no es otro que el de la salvación y la inmortalidad abiertas a todos los hombres. Sin esto, todo lo anterior tiene un valor secundario... la visita que hoy llega a España no procede del mundo sino de allí donde habitan su fundamento y su sentido" ("La visita que no viene del mundo", ABC, 3-5-03). En la misma línea de recordar lo esencial de la visita, el teólogo Olegario González de Cardenal pedía al Pontífice en una Tercera de ABC ("Ante Juan Pablo II", 2-5-03) que con su visita nos ayudara "a redescubrir el rostro del Dios vivo y verdadero, desde el cual podemos desenmascarar los ídolos a los que servimos".

Especialmente lírica y evocadora fue otra Tercera de ABC que le dedicó al Papa el novelista Juan Manuel de Prada ("Tú eres Pedro", 3-5-03), donde apuntaba que "el anciano octogenario que hoy nos visita está hecho de un barro a punto de desmoronarse; pero debajo de esa envoltura fragilísima alienta la piedra del espíritu, que no sabe de claudicaciones. Tú eres Pedro; y sobre tu fortaleza se sostiene el clamor agonizante del mundo".

Desde luego, no tan atinadas fueron las intervenciones, también en el diario ABC, del polémico y heterodoxo teólogo Enrique Miret Magdalena y el político socialista José Bono, en el marco de un debate organizado por el rotativo madrileño en vísperas de la llegada del Papa. En el curso de este desafortunado debate, al que no se invitó a nadie que defendiera el magisterio pontificio, Miret se despachaba afirmando que "no espero mucho de este viaje, me parece rápido y circunstancial" (no tiene el don de la profecía, ciertamente) e insistiendo en que el Papa "con más razón que otros debería jubilarse" (ABC, 3-5-03). José Bono, metido a teólogo de ocasión, no le fue a la zaga a su admirado Miret Magdalena y afirmó que "en el ámbito sexual, la Iglesia defiende un fundamentalismo absurdo y sin base evangélica... a veces da la impresión de que la Iglesia es más generosa con los tiranos y los enemigos de la justicia que con sus propios hijos".

La respuesta a las acusaciones de José Bono la encontramos en el propio ABC, donde el embajador de España ante la Santa Sede, don Carlos Abella y Ramallo, escribía a este respecto: "otros le quieren execrar por enemigo de sus posiciones progresistas, sin darse cuenta de que el Papa no puede trivializar los valores permanentes del hombre, ni ir contra la vida, ni aceptar el adelanto voluntario de la muerte" ("El Papa en España", ABC, 1-5-03).

En el extranjero, el diario Le Monde, principal órgano de expresión de la izquierda intelectual francesa, subrayaba en vísperas de la visita papal que Juan Pablo II es "para la juventud española, alejada por lo general de la Iglesia, la autoridad moral más creíble, muy por encima de los políticos" ("Une Espagne désorientée accueille le Pape de tous les records", Le Monde, 3-5-03). Ello a pesar de la innegable crisis que sufre la Iglesia en España, con un notable descenso en la asistencia a los templos que no deja de llamar la atención del corresponsal del periódico francés, Henri Tincq.

El primer día de la visita: el encuentro con los jóvenes.

ABC titulaba su crónica del acto del Papa con los jóvenes, firmada por Jesús Bastante, de la siguiente manera "un millón de personas arropa a su Santidad en el encuentro de jóvenes de Cuatro Vientos" y destacaba que "sólo la figura de Juan Pablo II podía reunir a un número tan elevado de personas, a una masa tan variopinta, diversa y diferente como la que ayer se concentró en esa inmensa explanada" (ABC, 4-5-03). El diario El País optaba por un titular diferente, "Juan Pablo II desea paz para España", llamando la atención sobre el hecho de que las alusiones del Papa a la paz "levantaron grandes ovaciones entre los jóvenes". Este periódico también incluía un artículo de Juan Bedoya en el que este periodista anticlerical destacaba con tono crítico que "como los buenos abuelos, el Papa ha limado de asperezas sus discursos públicos, incluso cuando le sobran motivos para alzar la voz con severidad" ("Una mano a los obispos", El País, 4-5-03).

La crónica de José Manuel Vidal para El Mundo llevaba por título "el Papa, por la paz y contra la guerra" y apuntaba que "ni los propios obispos esperaban tanta gente" en el acto de Cuatro Vientos. Para este periodista "la sintonía del Papa con los jóvenes es casi química. Como buen actor, dispone sus palabras y sus silencios en una perfecta interacción con su público".

El periodista comunista Raúl del Pozo tenía que rendirse a la evidencia y titulaba de forma gráfica su comentario del Acto con los jóvenes: "Cuatro Vientos: diez estadios Bernabéu". Este veterano comentarista reflexionaba en su artículo sobre el hecho de que "el viejo misionero, con la cabeza encorvada y las manos de Parkinson y las secuelas del tiro que le dio el turco Alí Agca, se ha convertido en uno de los primeros líderes de la globalización y la sociedad electrónica con más de 700 millones de fieles". Finalizaba con un apunte que, a pesar de estar escrito desde la increencia, encierra una gran verdad que solo la acción del Espíritu Santo puede explicar: "el milagro de la Iglesia Católica es que, a pesar de que hubo papas asesinos, incestuosos y hasta ateos, ha prevalecido su mensaje hasta el Tercer Milenio" (El Mundo, 4-5-03).

Los editoriales de El Mundo y El País del día después (4-5-03) redundaban en la consabida fórmula del Papa de la paz. De esta forma, el editorialista de El Mundo titulaba "el Papa recuerda a los españoles el valor supremo de la Paz" y su colega de El País encabezaba el editorial con "En clave de Paz". Ciertamente, no es casual que ambos periódicos se hubieran destacado en el mes precedente en su oposición al apoyo del gobierno español a la invasión norteamericana de Iraq.

El Mundo cerraba su editorial, centrado en el mensaje pacifista del Pontífice, con esta apostilla: "el legado de Juan Pablo II, después de un largo pontificado y ya en el último tramo de su trayectoria vital, está indefectiblemente unido al rechazo de la violencia y a una apuesta por la paz frente a los que consideran la guerra como un sistema válido de dirimir los conflictos".

Por su parte, El País, que otorgaba al Pontífice el título del "Papa más visible de la historia del catolicismo", reconocía sin reparos que "nadie podrá decir que Juan Pablo II no ha hecho lo que estaba en sus manos cansadas por poner racionalidad, legalidad y misericordia en la política internacional".

En el diario ABC, que había apoyado discretamente al gobierno en el conflicto, su director, José Antonio Zarzalejos, prefería hacer hincapié en otros aspectos no menos importantes de la personalidad del Pontífice polaco: "Juan Pablo II es la expresión más plástica y real de un referente moral casi universal al que los hombres de sociedades y países distintos escuchan y respetan porque, orillando lo contingente, proyecta su mensaje a un Más Allá que enlaza con un sentido innato de la trascendencia". Pero Zarzalejos no se quedaba en la esfera espiritual y hacía una cierta lectura política al señalar que la "adhesión al Papa, popular y auténtica, tiene que ver con una conciencia colectiva de identidad, de reconocimiento propio" ("El humanismo cristiano", ABC, 4-5-03). Y eso que, más arriba en el mismo párrafo, había calificado positivamente "el regreso definitivo de lo confesional al ámbito privado".

Tambien en el ABC de ese Domingo, dos historiadores de enorme prestigio como Luis Suárez y el jesuita Fernando García de Cortázar discrepaban sobre la conexión de la Iglesia con la sociedad actual. Lo que para Suárez era una "preciosa madurez" de la fiel custodia de una doctrina madurada a lo largo de veinte siglos, en opinión de García de Cortázar era una situación incómoda de una institución "falta de estructura y tradición democráticas", lo que le hace estar "permanentemente a la defensiva".

La misa de canonización de la plaza de Colón.

El País titulaba su crónica de la solemne Misa de canonización de la plaza de Colón con un contundente "el Papa encarga a España evangelizar la UE". Lola Galán subrayaba más abajo que estas palabras del Pontífice demostraban "hasta que punto cuenta con el gobierno español para que sea incluida en la Constitución Europea una mención clara a los orígenes cristianos del Viejo Continente" (El País, 5-5-03). Llama la atención la correcta cobertura del encuentro de este diario de izquierdas a lo largo de todo el fin de semana, quedando enterradas por unas horas las vísceras anticlericales de su redacción.

Por el contrario, ABC prefería resaltar un aspecto menos político de la homilía del Santo Padre: "se puede ser moderno y profundamente fiel a Jesucristo". La Razón en su editorial señalaba que "más que el número, cabe destacar el entusiasmo con el que los jóvenes escucharon a su líder espiritual y el compromiso expresado por más de un millón de personas en una misa al aire libre". En cuanto a El Mundo, en su editorial resaltaba que ésta ha sido "la visita del Papa más cómoda y agradable para todos" (quizá porque en esta ocasión Juan Pablo II ha preferido orillar la condena del aborto, la homosexualidad, la contracepción y otras prácticas postmodernas tan del agrado del rotativo madrileño) y apuntaba algo que no deja de sorprender en este diario tan laicista: "España no sólo no ha dejado de ser católica, en contra de la famosa sentencia de Manuel Azaña, sino que, visto lo visto, podría pensarse que es más católica que nunca".

El diario vasco El Correo Español destacaba, por su parte, en un editorial que "en el tramo final de su pontificado, Juan Pablo II ve su autoridad moral acrecentada más que nunca".

En la prensa internacional no dejó de tener enorme eco la exitosa visita del papa Wojtyla a España. El diario publicado por el Vaticano describía una España "entusiasta e incontenible con el Papa", lo que demostraría que el pueblo español "frente a las insidias de la secularización y del materialismo no ha perdido el deseo de mirar hacia lo alto" (L`Osservatore Romano, 5-5-03). En un tono menos apologético el importante diario conservador francés Le Figaro consideraba la visita "todo un éxito". El también conservador diario británico The Daily Telegraph titulaba "un millón de personas se congrega para escuchar las últimas palabras del Papa a España". Sin embargo, sin venir a cuento, su corresponsal, Isambard Wilkinson, incluía al final de su crónica un esperpéntico reportaje sobre los cismáticos del Palmar de Troya y su pintoresca denuncia de Juan Pablo II como "un papa corrupto y apóstata" ("A million gather for Pope`s last words to Spain", The Daily Telegraph, 5-5-03). Ciertamente, no es éste el estilo habitual de un diario tan serio como el Telegraph, mencionar la opinión de una secta de chiflados del sur de España en una crónica sobre un acto en Madrid que acababa de reunir a un millón de personas. Alejado de estas excursiones surrealistas en el Palmar de Troya, el corresponsal del principal diario de izquierdas británico, Giles Tremlett, escribía que "un viejo y enfermo Juan Pablo II ha demostrado que no ha perdido nada de su carisma popular, cuando un millón de personas se congregaron en una plaza de Madrid" (The Guardian, 5-5-03).

La resaca de la visita papal en la prensa.

En los días posteriores al regreso del Santo Padre a Roma se produjeron diferentes análisis y reflexiones contrapuestas sobre la naturaleza e implicaciones de la visita apostólica a España. De alguna forma, se puede decir que el "armisticio" mediático hacia la Iglesia que había regido durante la estancia en nuestra patria de Juan Pablo II terminó tan pronto como pisó la escalerilla del avión en Barajas.

El diario El País fue el que, como si hubiera estado velando armas contra la Iglesia durante el fin de semana, desató una campaña de artículos a lo largo de la semana siguiente con un tema estrella: el Papa no es el Papa de la Paz, como el propio periódico había dicho en días anteriores, sino un agitador de resentimientos por canonizar mártires de la Guerra Civil y no pedir perdón por la complicidad de la Iglesia con el régimen de Franco. Por supuesto, semejante discurso no podía venir avalado editorialmente, pero lo cierto es que en los días posteriores a la despedida del Papa se produjo en sus páginas una avalancha de artículos y cartas al director sobre la cuestión de la Guerra Civil y la Iglesia.

El pistoletazo de salida lo dio un viejo enemigo de la Iglesia que lleva la sección de religión del diario El País, Juan G. Bedoya. Con el recuerdo imborrable de la visita aún fresco en el alma colectiva española, este periodista optó por echar barro sobre el blanco inmaculado de la vestimenta papal. De esta forma, bajo un conjunto de fotos de la Misa de Colón, Bedoya ponía sobre el tapete una vieja cuestión, una vieja herida no cerrada del todo por la parte de la Izquierda española. La canonización del padre Poveda y la inocente mención por parte del Papa de la "persecución religiosa" (¿cómo llamar sino al asesinato de 10.000 personas por el único delito de ser cristianos?) durante la Guerra Civil, le servían de casus belli a este periodista para escribir el siguiente dislate: "el Papa hizo ayer varias referencias a la Guerra Civil, pero sólo en honor y memoria de una de las partes, sin una palabra misericordiosa sobre la tragedia general que supuso el terrible conflicto fratricida" ("La persecución religiosa en España, según Roma", El País, 5-5-03).

A continuación, Bedoya se hacía eco del despropósito proclamado por la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, una asociación vinculada a Izquierda Republicana (el partido de Azaña, el grupo más anticlerical de la historia de España) que dedicó el día del Domingo, mientras los católicos rezábamos y nos dábamos la paz, a excavar las fosas del odio, exhumando siete cadáveres de una fosa común en Recas (Toledo). Esta línea del rencor sería proseguida en El País en días sucesivos por el catedrático catalán Vicenç Navarro, quien consideraba "una incoherencia que el mismo Papa que se ha opuesto a la guerra de Iraq no hay condenado el golpe militar (de 1936)" ("La incoherencia del Vaticano y de la Iglesia", El País, 5-5-03) y por el columnista Fernando Vallespín, que aludía en referencia a la Misa de Colón a una "estampa que recuerda a otros tiempos... de no ser por el color y una mayor sobriedad en la narración hubiera parecido el mismísimo Nodo" ("Legitimación papal", El País, 8-5-03).

Dos teólogos enfrentados a la Iglesia como el cura Benjamín Forcano (El Periódico de Catalunya, 6-5-03) y José María González Ruiz (La Opinión de Málaga, 8-5-03) se apuntaron con entusiasmo a este disparate de la "Iglesia golpista".

Sin embargo, un diario de tradición tan laicista como el italiano La Reppublica, hacía una lectura completamente diferente de la canonización del padre Poveda: "Juan Pablo II exalta el martirio, pero ya no se dan polémicas, como hace unos diez años con motivo de la santificación de los mártires de la Guerra Civil. España se ha reconciliado" (5-5-03). Algunos en el diario del grupo PRISA aún no se han enterado.

Viene aquí muy a cuento una reflexión de la periodista Carmen Herrero: "la gran diferencia entre la persuasión y la manipulación está no tanto en los fines, pues en los dos casos se pretende convencer por la vía de la razón con argumentos lógicos y demostrativos en el ámbito de lo verosímil; la manipulación se sirve de recursos engañosos, equívocos y por una vía no racional sino emotiva" (Periodismo político y persuasión, Editorial Actas, Madrid, 1996). En mi opinión, el recurso de remover de nuevo las fosas comunes de la Guerra Civil por parte del diario El País se enmarcaría dentro de esta definición. Y es que ensuciar un viaje apostólico marcado por la paz y la armonía con las insidias y rencores del pasado no tiene otro nombre que manipulación.

En otro orden de cosas, lo cierto es que, descontando dos artículos abiertamente hostiles de dos viejos enemigos de la Iglesia, debidos a Eduardo Haro Tecglen (El País, 5-5-03) y Francisco Umbral (El Mundo, 7-5-03), también se produjo una avalancha de artículos que se hicieron eco del inmenso entusiasmo cristiano del pueblo español del que fuimos testigos esos dos días de Mayo en Madrid.

Juan Manuel de Prada titulaba su columna de forma expresiva: "Quédate Wojtyla" (ABC, 5-5-03), Alfonso Ussía apuntaba que "cuando un millón de españoles se junta para compartir el amor y no el odio, la esperanza en el futuro deja de ser una quimera" ("Cultura", ABC, 6-5-03), Álvaro Martínez señalaba que "pasará mucho tiempo hasta que vuelvan a reunirse tantos españoles para hacer lo mismo. Aprovechar esa fuerza común es el gran reto del día siguiente" ("Un millón para el mejor y varias preguntas", ABC, 5-5-03). Con esta última frase nos quedamos. Es el día después el que hará que la siembra del Papa rinda ciento por mil. Quiera Dios que así sea..

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Manuel Alejandro Rodríguez de la Peña

 


Revista Arbil nº 69

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