"La Gaceta del Norte" protagoniza la revuelta católica contra el gobierno liberal de José Canalejas en 1910, será la principal protagonista de la protesta organizada contra las medidas del gobierno. Sin embargo, como se había conseguido llegar a tener un periódico independiente católico, que pudiese servir de altavoz de los intereses de todos los católicos, por encima de sus diferencias políticas, había sido una medida tomada desde Roma. Desde finales del siglo XIX, el Papa a través de la encíclica "Cum multa" había expresado su opinión favorable a la unión de los católicos para conseguir logros políticos dentro del sistema. Pero en España, esto significaba el abandono de los carlistas de la fidelidad a la dinastía proscrita. La operación de la Unión Católica, que patrocinaron los hermanos Pidal, fue infructuosa en su función de arrebatar la base social al carlismo. Finalmente, los católicos moderados que aceptaron las directrices de la Unión Católica se integraron en el Partido Conservador de Cánovas del Castillo. El carlismo se vio en la necesidad de metamorfosearse en una organización política para poder eludir con eficacia la acción de una organización rival. Las polémicas en torno a la teoría del mal menor, aceptar el conservadurismo, dividieron a los católicos, al contar con el apoyo favorable de los antiguos pidalinos y de los jesuitas de la revista "Razón y Fe". Pero los integristas y los carlistas rebatieron estas opiniones en la certeza de que el mal nunca podía ser una opción elegible para un católico, aunque aparentemente pudiera aparecer que el perjuicio era menor. Además, los carlistas demostraron su fuerza con concentraciones como la de Zumárraga (Guipúzcoa) en 1907, que reunió a 25 mil personas. En Cataluña, la reunión de la amplia Solidaridad Catalana con su copo electoral proporcionó a los tradicionalistas una numerosa representación parlamentaria. Quienes harían de argamasa para esa unión de las diferentes derechas fueron los católicos sociales. A principios de siglo, ya habían llegado a España las teorías de Ketteler, Vogelsang, Mun y La Tour du Pin de un corporativismo gremial que volviese a conciliar el interés productor sobre la división de clases. La cooperación y el respeto entre patronos y trabajadores debían ser los principios para construir la nueva sociedad católica del mundo moderno. Esta dialéctica se enfrentaba tanto a las teorías individualistas liberales como a las estatalistas del marxismo. Pero para que esto fuese efectivo, los católicos debían intervenir en política organizándose en movimientos que defendiesen estos principios y agrupasen a los católicos para hacer fuerza. La consecución de lograr pequeños éxitos arrancados a las autoridades debían de venir de jugar con las mismas armas que los partidos políticos dinásticos y de utilizar la teoría del mal menor. Para ello era fundamental la aceptación del accidentalismo por los católicos. Estos debían ser fieles y obedientes a las autoridades de sus respectivos países, para poder optar de forma legal a controlar el poder y tomar desde allí las medidas necesarias. Sin embargo, en España esto planteaba un problema grave por la gran disgregación del campo católico. La Unión Católica de Pidal y los intentos del cardenal Cascajares en sucesivos congresos católicos no pudieron quebrantar la obediencia de los carlistas a la dinastía, lo cual les hacía permanecer fuera del sistema. Las formaciones católicas escuálidas sin esta aportación se convirtieron en marionetas de los conservadores. La Gaceta del Norte, el periódico de la rebeldia católica vasca El modo mejor que se creyó para poder cuajar esa unidad necesaria de los católicos españoles, salvando sus diferencias políticas, fue la fundación de un periódico católico independiente. En los ejercicios espirituales en Loyola de 1901, el Padre José María Palacio, que había sido rector del colegio de Belén de La Habana (1893-1899) insinuó a los seglares participantes de la necesidad que tenía el mundo católico español de un buen periódico, que estuviese al servicio de la Religión y la Patria. La consecuencia de esos ejercicios ignacianos fue la responsabilidad que varios de aquellos jóvenes tomaron de hacer realidad el sueño del jesuita. Los siete de la fama que fundaron el nuevo periódico fueron José Ramón Moronatti Zuazo, un joven católico muy próximo a los jesuitas. Luis Lezama Leguizamón, de familia adinerada de Vizcaya y que dirigía el carlismo en aquella provincia. Pedro Chalbaud Errazquin, de los primeros nacionalistas vascos. Miguel González Careaga Mon, monárquico dinástico. Wenceslao Andersch y Aburto, José María Basterra Ortiz y José Ortiz Muriel (1). Cada miembro comprometido con la nueva fundación puso 25.000 pesetas, excepto Wenceslao Andersch que se comprometió con 20.000 pesetas. Ramón Moronatti fue quien ejerció de presidente y José Ortiz de secretario, mientras el resto eran vocales. Ramón Moronatti fue quien sugirió llamar a José María Urquijo como gerente de la nueva empresa. El responsable del futuro periódico fue quien redactó los estatutos sociales de la empresa. Se compró al periódico "El Español", que estaba en decadencia, su maquinaria y se contrató a su personal para hacerse cargo de la nueva rotativa. El director del nuevo medio sería José María Maruri y su redactor jefe Alberto Pedrosa (2). Ellos fueron los responsables de la salida del primer periódico católico independiente en España. "La Gaceta del Norte" salió a la calle el 11 de octubre de 1901, día que se convertirá poco después en la festividad de la Virgen de Begoña. El primer artículo fue llamado Fiestas Vascongadas y estuvo dedicado al folklore y deporte vasco. Sin embargo, a los noventa días de iniciar la trayectoria el rotativo católico, su director dimitía y era sustituido por Eugenio Moltó(3). El periódico no se resintió por el cambio, porque en definitiva era Alberto Pedrosa el que se encargaba de estar al tanto de todo, para que saliesen con bien los ejemplares. La iniciativa periodística fue en alza y el 30 de mayo de 1904 se pudo constituir la Editorial Vizcaína, con presidente a Pedro Chalbaud y vicepresidente a Luis Lezama-Leguizamón, el resto vocales y José Ortiz secretario del consejo de administración. El capital de la editorial se estipuló en un millón de pesetas y 2.000 acciones a partes iguales entre los socios (4). El 13 de diciembre de 1909 se producía de nuevo otro relevo en la dirección de "La Gaceta del Norte". Eugenio Moltó dejaba el cargo y pasaba a ser gerente de la empresa, mientras un desconocido Aurelio López Becerra pasaba a ser el director provisional del rotativo católico. Aurelio López Becerra había nacido el 28 de octubre de 1881 en Irún (Guipúzcoa), hijo de un administrador de aduanas. Mientras estudia ingeniería, escribe en "La Cruz", un pequeño medio católico orientado por los jesuitas. Con el nacimiento de "La Gaceta del Norte", Aurelio López Becerra pasa a su redacción como responsable de la información local y taurina. Los estudios de ingeniería nunca fueron terminados y el periodismo llenó definitivamente su vida. El joven irunés ira haciéndose un nombre con sus crónicas taurinas, convirtiéndose con el tiempo en un gran entendido de toros. Para firmar sus artículos utilizaba el pseudónimo de "limoncillo", pero una vez en Salamanca fue interpelado por un cronista local, que utilizaba el sobrenombre, abandonándolo. Sin embargo, la acción valiente de un torero que presentó ante sus ojos los resto sanguinolentos de su ojo, como desperdicios, y que fueron reflejados en el papel por Aurelio López, sirvió para que a partir de entonces se le conociese como "Desperdicios", sin ánimo despectivo. "Desperdicios" ocupó pues la dirección de "La Gaceta del Norte" de manera provisional y se convirtió en su director más famoso, al estar en el cargo durante cuarenta y dos años. Mientras, Aurelio López Becerra se responsabilizaba de sacar el periódico, José María Urquijo era el consejero delegado que se encargaba de hacer viable la empresa y esencialmente de dirigir la nave a través de las procelosas aguas de un catolicismo montaraz. "La Gaceta del Norte" desde su origen debía ser un periódico católico, español, independiente de cualquier partido político y defensor de las viejas tradiciones del país vasco. La unidad de los católicos era clave para cualquier acción que se quisiera realizar con éxito ante las medidas anticlericales que los gobiernos liberales realizaban en España. En un momento donde el catolicismo español se encontraba dividido entre carlistas, integristas, conservadores dinásticos y nacionalistas vascos, era necesario una plataforma independiente de católicos que sirviese de punto de reunión a todas las familias políticas católicas. La necesidad de una coordinación de las diferentes fuerzas católicas, era la idea que José María Urquijo pretendía conseguir desde "La Gaceta del Norte". El papel de la Iglesia había sufrido un cambio, hasta entonces, la religión católica había tenido la función integradora de la identidad nacional. Así pues, fe católica y patriotismo español habían ido de la mano en las formulaciones del magisterio de la Iglesia con un palmario objetivo clerical de hacer interactuar el sentimiento católico y la progresiva conciencia nacional. Pero la llegada de la Restauración había obligado a una tímida apertura al pluralismo religioso. Por ello la Iglesia se había debatido, a lo largo del periodo restauracionista, entre su deseo de ocupar en exclusividad el espacio y las limitaciones que trataba de imponerle una sociedad oficialmente tolerante. Aún más, la Iglesia española, recuperada del susto de su primer encuentro con el liberalismo y a impulso de las nuevas orientaciones romanas de colaboración pública, se esforzó en convertirse en un eficaz órgano de presión del poder civil. En definitiva, a lo largo de los primeros años del siglo XX, España continuó siendo, pese a la tolerante constitución canovista, una verdadera cristiandad. La mayoría católica buscó la defensa de sus intereses formando un bloque unido, y este fue el fundamento principal de los seis Congresos Católicos Nacionales, celebrados entre 1889 a 1902, y la fundación de "La Gaceta del Norte" en Bilbao. Las diferentes leyes desarrolladas por los gobiernos liberales, pusieron a prueba la capacidad movilizadora de los católicos. José María Urquijo fue quien desde la presidencia de la Junta Católica de Vizcaya movilizó a las masas católicas contra las medidas dadas por José Canalejas. El dirigente ferrolano, ya líder indiscutido de las familias liberales por la desaparición de los cabecillas más importantes, había subido a la presidencia del gobierno en 1910. En la cuestión religiosa decidió disolver las comunidades que no estuvieran dadas de alta en el Código Civil, que serían pocas, y reducir el número de institutos religiosos, algo que incluso llegó a decirlo San Pió X, debido al exceso de fundaciones de enseñanza y caritativas se habían ido desarrollando de forma anárquica en toda Europa. "La Gaceta del Norte" mantuvo su oposición a ultranza al gobierno liberal y Canalejas moderó a partir de entonces su carácter anticlerical. La cuestión religiosa le había hecho ver el peligro que había corrido de iniciar una guerra civil, con la nación dividida en dos partes irreconciliables. Después de esto, el anticlericalismo volvió a dormitar hasta el gobierno de Manuel Azaña de 1931. Sin embargo, el éxito provocado por la movilización católica general realizada por los vascos, bajo el liderazgo del consejero delegado de "La Gaceta del Norte", movió a la jerarquía católica a pensar, que pasaría si un medio como el rotativo bilbaíno estuviese en la propia capital de España. El rotativo vasco ayudará a dar vida a un nuevo periódico "El Debate" en Madrid, de manos de Ángel Herrera Oria. Sin embargo, el sentido de combatividad católica de los vascos se trasmitía a través del artículo "De Vizcaya hemos venido..." que firmaba Desperdicios, apodo de Aureliano López Becerra, director de "La Gaceta del Norte", en el cual llegaba a decir: ¿Qué quiénes somos? Lo saben las madres. Somos los bárbaros del Norte. Los selváticos, la sarna y la lepra de la nación. ¡Una pocholinada de señores! Que dicen en Bilbao. Total D. José de mi vida: que se le cuela a usted la peste por debajo de la puerta de la Presidencia. Ni poniendo burlete morcilludo, del caro, va usted a evitar la invasión. Y lo peor de todo de todo es que se nos ha olvidado el billete de vuelta y nos tenemos que quedar. ¡Una verdadera desolación, Sr. Canalejas! (5). El nuevo período de lucha será durante la II República. La quema masiva de Iglesias y conventos en mayo en la capital, que se extendió por algunas provincias del sur. La expulsión del obispo de Vitoria, doctor Múgica y después de la del Cardenal Primado de Toledo, Pedro Segura, más las medidas anticatólicas emprendidas por el gobierno provisional crearon una animadversión gratuita hacía la República. Los hechos confirmaban la necesidad de unidad de los católicos españoles. "La Gaceta del Norte" fue uno de los medios que pidieron desde sus páginas la unidad sin distinciones de todos los católicos. La defensa de la religión y el establecimiento de una autonomía al territorio vasco, fueron los dos puntos que se convirtieron en ejes fundamentales del rotativo vasco. Ambos respondían a la defensa de "Dios y Fueros" que "La Gaceta del Norte" había hecho propio como defensa del catolicismo y de las tradiciones propias vascas. Por estas razones, José María Urquijo favoreció, desde su independencia la colaboración de todas las fuerzas católicas en una sóla lista electoral, que incluyese a carlistas, conservadores y nacionalistas. No obstante, las elecciones constituyentes del 28 de junio de 1931 supusieron un triunfo arrollador de los republicanos de izquierda y de los socialistas. La derecha, excepto en algunos reductos, como Navarra, había desaparecido. Los escasos diputados derechistas se unieron según los intereses más que por las ideas. Por esta razón, surgieron dos minorías parlamentarias para agrupar a los diputados derechistas elegidos. El grupo agrario de Martínez de Velasco, que defendía los intereses agropecuarios castellanoleoneses, y la minoría vasco-navarra, que centraba su interés en la defensa de los valores católicos y la consecución del Estatuto vasco aprobado en Estella. Entre los nuevos valores parlamentarios a destacar a Joaquín Beunza, carlista y miembro de la Sociedad de Estudios Vascos, que fue la cabeza del grupo parlamentario, al ser bien visto tanto por los tradicionalistas, como por los nacionalistas. José Antonio Aguirre entre los nacionalistas, que quería ser catalogado como el "libertador" del pueblo vasco y Marcelino Oreja, gerente de "El Debate", ingeniero de "Unión Cerrajera" de Mondragón y representante de la nueva generación del carlismo. La polémica del artículo 26 que trataba de las relaciones del Estado con la Iglesia produjo una fisura crónica entre los católicos y el régimen republicano. La libertad de cultos, la supresión del presupuesto público a la Iglesia, la limitación de sus actividades en el campo de la economía y sobre todo en la enseñanza plantearon agrios debates parlamentarios. No obstante, la lucha por el estatuto sería la causa que rompiese la frágil unidad de los católicos vascos, conseguida por José María Urquijo desde "La Gaceta del Norte", único medio no adscrito a un partido político. Mientras tanto, la respuesta del gobierno provincial no se hizo esperar. Miguel Maura que no podía detener a los incendiarios de Iglesias, en esta ocasión clausuró seis semanarios y nueve diarios vasconavarros por sus críticas al régimen. Ya para entonces "El Debate" y "ABC" habían conocido el mismo castigo y poco después lo sufriría "El Siglo Futuro" (6). En 1932 la represión sería mayor con la detención de los directores de "La Tradición Vasca" y "Reacción". Sin embargo, la de más importancia fue la de José Mª. Urquijo, que estará detenido sin cargos durante casi cuatro meses (7). Ya el rotativo vasco había sufrido la suspensión durante dos meses por una editorial en agosto de 1931, en el que se hacía un llamamiento a la resistencia, por la persecución a los católicos (8). A inicios de 1932, "La Gaceta del Norte" había sufrido un nuevo secuestro, al publicar una nota de los alumnos de Deusto contraria a la expulsión de los jesuitas de España (9). Pero el Estatuto no iba a tener una realización práctica. Beunza y una masiva representación de alcaldes vasconavarros entregaron el 22 de septiembre el Estatuto de Estella al presidente del gobierno Alcalá Zamora. Sus palabras enfriaron el talante de todos al mostrarse favorable a un proyecto que, como el catalán, estuviese de acuerdo con el espíritu de la constitución a aprobar, o, en su defecto, del pacto de San Sebastián (10). Las comisiones gestoras sustitutas de las diputaciones vasconavarras, disueltas por Miguel Maura en abril, fueron las autorizadas por el gobierno para redactar un proyecto estatutario conforme al espíritu republicano. Este estatuto sería el aprobado durante la guerra civil. El triunfo posterior del Frente Popular en febrero y el estallido de la guerra en julio, puso a "La Gaceta del Norte" bajo control republicano. Las dos personas más caracterizadas del periódico, Aureliano López Becerra y José María Urquijo, sufrieron distintas suertes. El primero consiguió internarse en el psiquiátrico de Santa Agueda, hasta la llegada de las tropas nacionales. Con respecto a José María Urquijo, el 6 de septiembre de 1936, era fusilado junto al tribuno carlista Víctor Pradera. Ambos se ayudaron a bien morir religiosamente. La liberación de Vizcaya por las tropas nacionales traerá la reapertura de los periódicos derechistas. El subdirector de "La Gaceta del Norte", Antonio González, será quien protagonice, ante la ausencia de José María Urquijo, la labor de conseguir su reapertura. La defensa de la autonomía vasca en tiempos de la república será utilizada por algunos como causa para evitar su aparición. Tendrá Antonio González que demostrar, que los carlistas defendieron posiciones parecidas y esencialmente contar con el apoyo del cardenal Gomá, quien con su apoyo conseguirá la reaparición el 11 de julio de 1937. Durante el posterior período de Franco, "La Gaceta del Norte" se convertirá en el primer periódico de Bilbao, aventajando por muy poco a su eterno rival "El Correo Español-El Pueblo Vasco" fusionados desde el 13 de abril de 1938. "La Gaceta del Norte" será nombrada en 1971 y también en 1977 como el mejor medio de prensa regional de España (11). El artífice del crecimiento y modernización del periódico fue Antonio González y Martínez de Olaguibel. Responsable del establecimiento de una red de corresponsalías en otras provincias que ampliaron la tirada del rotativo. Santander, Álava, Navarra, La Rioja contaron con sus delegaciones. A parte, la página en vascuence dedicada a Euskal Herria contó en su tiempo con una serie de lectores del ámbito rural, fieles a leer los temas referentes a nuestra idiosincrasia, manteniéndose hasta la llegada de la democracia. En 1971 Antonio González renuncia a la dirección, al cumplir los setenta años, entonces era vicepresidente de la Junta Nacional de Periodistas Católicos, de la Federación Internacional de Periodistas Católicos, y también diputado y procurador a Cortes. Su hijo Manuel González Barandiarán se ocupará de la dirección del medio. Por aquel entonces "La Gaceta del Norte" vendía una tirada de ochenta mil ejemplares. Sin embargo, el nuevo director deberá lidiar en la peor situación. La transición española provocará cambios a todos los niveles y el periódico se resentirá por mantener su línea ideológica fiel al catolicismo y a la defensa de la españolidad del País Vasco. La nueva etapa será muy dura para "La Gaceta del Norte", la fuerte competencia con "El Correo Español-El Pueblo Vasco" empieza a romperse a favor de este último. El periódico de los Ibarra invertirá fuertemente en una red provincial y local, que ira haciéndose con el cliente de "La Gaceta del Norte", según este vaya, obligado por las pérdidas económicas, cerrando delegaciones. Además, la aparición de "Deia" diario de ideas nacionalistas, supondrá la partida de quince redactores al nuevo rotativo. El mantenimiento de la línea ideológica tradicional del periódico, chocará con unas autoridades complacientes con el naciente nacionalismo (12). El compromiso del rotativo vasco se mantendrá en esta difícil etapa con una ratificación de principios como los siguientes: 1º La Gaceta del Norte es un periódico católico independiente de cualquier grupo económico, político o social y con dedicada vocación regionalista. 2º En su diaria comparecencia ante la opinión pública. La Gaceta del Norte tiene como función el servicio a la verdad, para cooperar a la Construcción de una sociedad acorde con el pensamiento y los ideales cristianos. 3º En la acción política, La Gaceta del Norte considera a España la gran Patria común, como empresa colectiva que a todos compete y a todos integra. 4º La Gaceta del Norte considera fundamental la defensa de los valores de la familia. Pero semejante discurso no estará en consonancia con las nuevas autoridades. El triunfo político del nacionalismo vasco en las autonómicas de 1980 y después del socialismo en las generales de 1982, marcó definitivamente el declinar del periódico católico. La publicidad institucional desaparecerá, la competencia de "El Correo Vasco" se hará más dura, los lectores de las provincias vecinas desaparecerán en beneficio de otros periódicos regionales no vascos; los lectores del ámbito rural vasco, por simpatía ideológica o miedo a ser identificado con la derecha pasarán al "Deia"; los tradicionales lectores de la margen izquierda, cercanos al socialismo, huirán de un rotativo marcado por el derechismo (13). Por tanto, la marcada identificación del periódico con unos presupuestos ideológicos poco populares e incluso perseguidos por el terrorismo fomentará la imagen de "La Gaceta del Norte" como periódico incómodo a todos. El 28 de junio de 1978, el redactor jefe del rotativo, José María Portell, portugalujo, muere bajo las balas de ETA. Es el primer periodista asesinado por el grupo terrorista, el director Manuel González Barandiarán, será amenazado también. La pérdida de lectores aumenta y para 1977 se calcula en un 50% la pérdida de lectores, son 42.750 ejemplares los que se venden en ese momento (14). La bajada de la tirada y las deudas empujan a su director a pedir el relevo, aunque permanezca como presidente del Consejo de administración por ser poseedor del 46,5% de las acciones. A partir de entonces, se sucederán varios directores que no podrán impedir la caída del rotativo. Las deudas contraídas con la Seguridad Social y Hacienda, la ausencia de apoyos institucionales, la presión terrorista y el abandono de los afines para evitar identificaciones, propicia finalmente el cierre el 6 de mayo de 1984, después de ochenta y tres años de presencia en la vida pública vasca. ·- ·-· -··· ·· ·-· José Luis Orella 1) A. Saiz de Valdivieso: Triunfo y tragedia del periodismo vasco 1900-1939. Madrid, Ed. Nacional, 1977. Pág. 44. 2) La Gaceta del Norte del 11 de octubre de 1951. 3) P. Gómez Aparicio: Historia de la prensa en España. T.III, Madrid, Ed. Nacional. Pág. 347-8. 4) A. Lerchundi: La Gaceta del Norte, a los ochenta y tres años de vida Bilbao, UPV, 1985. Pág. 10. 5) Idem. 6) El Siglo Futuro 22 de julio de 1931. 7) Gabriel Plata, La derecha vasca y la crisis de la democracia española 1931-1936. Diputación foral de Vizcaya. Bilbao, 1991. Pág. 226. El Siglo Futuro 12 de marzo de 1932. El Siglo Futuro 17 de junio de 1932. 8) La Gaceta del Norte del 18 de agosto de 1931. 9) La Gaceta del Norte de 27 de enero de 1932. 10) J. Arraras, Op. Cit. P. 221 11) La Gaceta del Norte de12 de junio de 1977 12) Ratificación de principios de febrero de 1977 en Archivo personal de Manuel González Barandiarán. 13) En la calle se cantaba una copla que decía: "La Gaceta y el de los tirantes, es lo mismo que lo de antes". 14) A. Lerchundi: La Gaceta del Norte, a los ochenta y tres años de vida Bilbao, UPV, 1985. Pág. 127. |